«Esta chica es mi amuleto de la suerte»

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Monsieur Pigeon recibió a una paloma que se posó en su brazo, que gorjeó con diligencia en su oído.

—¿Cómo dices, Plumitas Junior? ¿Que Ladybug y Chat Noir no aparecen? Eso es muy extraño... Seguid buscando por todas partes. ¡Tal vez esta vez las palomas hayan ganado de una vez por todas! ¡Poder para las palomas! —exclamó el villano, ululando después.

Mientras tanto, dos personas dentro de un contenedor miraban con sigilo bajo la tapadera entreabierta.

—Black Chaton... —dijo, hablando a un volumen normal. La otra le chistó, y ella continuó susurrando—. ¿Vamos a estar aquí dentro mucho más tiempo?

—Necesitamos un plan antes de actuar. Ya casi te atrapan una vez.

—Perdona, perdona —dijo Ladybird, cuchicheando una risilla culpable—. ¿Se te ocurre alguno?

—Ninguno. Además: tú deberías ser la que piense en el plan.

—Es mi primer día, y así, de pronto, no me viene nada a la mente...

—Pues la llevamos clara, porque también es mi primer día —murmuró Black Chaton.

—¿No es emocionante? ¡Estamos en plena misión contra las fuerzas del mal por primera vez! —dijo la de rojo con emoción susurrante—. Aunque esconderse en un contenedor de basura tiene poco de emocionante.

—Ha sido el primer sitio seguro que he visto.

—No, no; si no me quejo. ¡Bien pensado, Black Chaton! A ver; pensemos un poco. ¿Dónde crees que tendrá el akuma Monsieur Pigeon? ¿Será ese reclamo de palomas otra vez?

La de negro volvió a subir la tapadera unos centímetros, y observo con ojos felinos el exterior. No había palomas a la vista, y las calles estaban completamente desiertas.

—¿No hay nadie? ¡Ya podemos salir! —dijo Ladybird. Antes de que la otra pudiera impedírselo, abrió el contenedor y salió de un salto.

—¡Vuelve aquí, Ladybird! —Black Chaton alcanzó su brazo y tiró de ella.

—¡No podemos estar en ese cubo toda la vida! ¿No dijiste que tenías prisa? Acabaremos con esto en menos que canta un gallo, te lo aseguro. —Ladybird la miró con ojos presumidos, alzando un pulgar.

¡AAAAAACHÍSSSS!

En cuanto los ojos de Black Chaton se abrieron tras estornudar, sus pies dejaban de tocar tierra firme y Ladybird había empezado a reírse de forma alterada.

—¡Al final sí que nos han cogido...! —dijo, mostrando los dientes con una expresión culpable.

—¡Mira que te lo dij...! ¡Ach-...! ¡ACHÚS!

—¡Salud! Je, je...

Ambas estaban metidas en una alineación redonda de palomas, algunas sujetándolas con sus patas y otras sujetando su peso por debajo. Intentaron salir de miles de maneras —Black Chaton estornudaba todo el tiempo sin remedio—, pero la formación de aves era inquebrantable. No fue hasta que llegaron a la torre Eiffel que abrieron un hueco y las dos chicas cayeron sobre sus traseros en el suelo.

—¿Qué nos han traído mis bellas palomas? ¿Dos... niñas disfrazadas? —dijo con mofa Monsieur Pigeon, que caminaba hacia ellas con los brazos en jarras.

Mira quién fue a hablar; usted va vestido de paloma —dijo Black Chaton con una mueca mordaz, que había optado por taparse la nariz para parar de estornudar y hablaba con voz nasal, sentada cruzando las piernas.

—¡No me lo creo! ¡El auténtico Monsieur Pigeon! —Ladybird estaba de rodillas, observando muy ilusionada el infame traje del hombre. Black Chaton enarcó una ceja y la chica añadió—: ¡Es que el traje es igualito al de hace veinte años! ¡Hasta tiene el mismo reclamo de pájaros colgado del cuello!

🐞 MLB: Relevando a mis héroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora