«Caminaremos bajo el cielo estrellado ¡y...!»

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Emma soltó su bolsa en el suelo y el gorro sobre la mesilla de noche, y se dejó caer en la cama, emitiendo un gruñido. Una vez boca abajo, pataleó varias veces contra el colchón.

—¡No lo soporto! ¡Ese Toru es un idiota de remate! —exclamó, dándose la vuelta para sentarse, dando puñetazos contra las mantas—. ¿Eso eran unas disculpas? ¡Solo le importaba quedar bien delante de Bibi! Será engreído, estirado, mentiroso, idiota...

—Los humanos no coméis suficiente camembert, y por eso algunos se quedan como él —opinó Plagg, que ya había salido del gorro y estaba dando cuenta de su colección de queso sobre el escritorio de Emma.

—Cogería un triángulo de queso así de grande ¡y se lo estamparía en la cara! —dijo ella, intentando sonar amenazante mientras gesticulaba como explicación.

—¿¡Cómo puedes hablar así del queso!? —Plagg la miró con molestia.

—Perdona, Plagg. Ha sido un día muy largo, no me quedan energías para respetar al queso. —Emma se tumbó de nuevo sobre las almohadas.

—Suenas bastante celosa. Te hace falta un buen pedazo de camembert y una buena siesta.

—¿¡Celosa yo!?, ¿¡de ese idiota!? ¡No me hagas reír, Plagg! —Volvió a incorporarse, haciendo aspavientos exagerados y frunciendo el ceño hasta los pies—. Solo porque sea superalto y guapo, y nuevo en clase, y tenga un acento bonito... ¡no voy a tenerle envidia!

—¿No son eso cumplidos?

—¡Soy objetiva con mis críticas! Y eso no son más que atributos físicos o casuales, no cambian nada. Me molesta que se las dé de chico genial cuando es un idiota, ¡eso es todo! —Sacudió su melena negra y se cruzó de brazos. Volvió a tumbarse, emitiendo quejidos—. Tengo agujetas hasta en las cejas. Aunque hoy podría haber salido mucho peor, si no llega a ser por Viperoxa. Ladybird tampoco ha estado nada mal, supongo...

—Y, por cierto: ¿por qué has escogido a esa niña listilla y antipática para darle el Miraculous de la Serpiente? —El kwami voló hasta ella, llevando entre sus manitas otro trocito de camembert para el camino hasta la cama.

—Olivia es una chica un poco rara, lo admito; tampoco es que sea amigable con nadie, ni conmigo.

—Tal como la pones, me queda menos claro todavía.

—Sabía que lo haría bien con el poder de la Segunda Oportunidad, porque es muy disciplinada y se toma las cosas en serio, y también es observadora. ¡Y no me equivocaba! Además, creo... que es buena en el fondo —dijo Emma, encogiéndose de hombros.

—Tú sabrás. Mientras tenga mi dosis de queso extra por cada misión difícil, no te diré qué hacer —resolvió Plagg, imitando su gesto y tumbándose a descansar en la almohada de la chica.

—Tú no conoces el estrés, ¿eh, Plagg?

—No está en mi vocabulario.

—Pues yo estoy muy estresada. Ser superheroína es superdifícil. ¿Cómo voy a lidiar con mi vida como adolescente si tengo que salir corriendo cada dos por tres para solucionar los problemas de los demás?

Pero Plagg ya se había quedado dormido, y la chica solo pudo observarlo juiciosa unos segundos y reírse en voz baja después. Unos toques en la puerta lo despertaron, y voló a esconderse bajo las mantas.

—¿Se puede? —Adrien asomó la cabeza, enseñando el plato humeante que llevaba en una mano—. Traemos suministros.

—Hola, papá. ¡Hola, Hugo! ¿Qué lleváis ahí?

—Es una nueva receta mía; vais a ser los primeros en probarlas. —Su padre entró, llevando puesto un delantal rojo y agachado para llevar a Hugo de la otra mano.

🐞 MLB: Relevando a mis héroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora