«Eres la persona más ilógica que conozco»

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El suelo retumbó diez veces más cuando la enorme figura del que fuera el profesor de matemáticas saltó al patio desde el tejado de la escuela. Su bigote había aumentado de tamaño, sus gafas se habían convertido en binoculares, y su cuerpo era una raíz cuadrada con un infinito en su interior. Al ver a las diminutas heroínas a sus pies, los binoculares se enfocaron en ellas.

—¡Qué chulos! ¿Cuánto alcance tienen? ¿Puedes ver en la oscuridad con ellos? —preguntó con guasa Ladybird, agitando una mano para saludarle. Black Chaton puso los ojos en blanco y negó con la cabeza.

—¡Ilógico! ¡Es ilógico! Los superhéroes no pueden existir, ¡porque su existencia no guarda lógica alguna! —dijo con voz robótica e iracunda el akumatizado. Las lentes de sus binoculares pasaron de verdes a azules, y apuntaron a ambas chicas. Black Chaton corrió a cuatro patas, llevándose consigo a su compañera, cuando les lanzó un rayo de luz verdoso directo a ellas.

—¡Por poco! ¿Qué crees que hace esa luz, chaton?

—No tengo ni idea, pero nada bueno. ¡Oye, tú! ¡Profe de matemáticas! —exclamó la de negro, dirigiéndose al profesor—. ¿Por qué no te dejas de juegos y vuelves a clase?, que así no enseñas nada, amigo.

—¡Ilógico! No soy ningún profe de matemáticas, ¡soy Mister Judicieux! ¡Toda sentencia ilógica debe ser erradicada! —gruñó él, volviendo a apuntar sus binoculares a Black Chaton.

—Estupendo; como si el mundo funcionara de forma lógica alguna vez. ¿Sabes esos días en los que el cielo está azul, pero llueve? ¡Ilógico! —se mofó Ladybird, imitando su tono de voz. Tanto ella como Black Chaton tuvieron que saltar y encaramarse a la barandilla de las escaleras para escapar de su rayo.

—Será mejor que te estés calladita hoy, Ladybird. Eres la persona más ilógica que conozco —dijo la de negro con expresión resignada, haciendo reír a la de rojo.

—¿Y qué sugieres, minina?

—Creo que es hora de pedirle un poco de suerte a tu yo-yo.

—¡Dicho y hecho! ¡Lucky Charm! —dijo la chica, lanzando su artilugio por los aires y recibiendo en sus manos una mariquita de peluche.

—¡Ilógico! ¡La magia no tiene fundamentos lógicos y es imposible que sea real! —Mister Judicieux se sacudió con ira, haciendo que la escuela volviera a vibrar. Las dos treparon a la segunda planta y se refugiaron en un aula.

—¿Esto para qué es? Tal vez mi Lucky Charm se ha estropeado —dijo Ladybird, mirando a Black Chaton con ojos confundidos, alzando la mariquita de peluche.

La de negro meditó unos segundos, llegando a una conclusión enseguida.

—Ponte a cubierto, yo me encargo. —Black Chaton cogió el peluche y se encaramó al marco de la ventana.

—¿Por qué no puedo ir yo también? Creía que éramos un equipo, gatita. —Ladybird parecía hacer un mohín tras su casco. Alzó los brazos y repitió con tono cómico—: ¡Ilógico, chaton! ¡Es ilógico!

—Sí, sí, pero esto lo tengo que hacer yo sola. No dejes que te pille Mister no-sé-cuántos, ¿eh? Nos vemos aquí en quince minutos.

Ladybird iba a protestar, pero Black Chaton desapareció de un salto sin darle tiempo.

[...]

Emma abrió la puerta de casa a toda prisa, y se dio un buen susto cuando encontró a su madre esperándola en la entrada.

—Te estaba esperando. Vamos —dijo Marinette, haciéndole un gesto para que la siguiera.

Emma subió detrás y las dos llegaron al desván, que estaba acondicionado con mucho más mimo que antes, con la única ventana sellada y con el cristal tintado, y las paredes insonorizadas. Marinette se sentó en una butaca, colocando la mano en su vientre de cuatro meses, e instó a Emma para que se sentara frente a ella.

🐞 MLB: Relevando a mis héroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora