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Los pasos trataban de ser silenciosos, pero las botas de cuero chocando con el piso de madera no ayudaban en lo absoluto

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Los pasos trataban de ser silenciosos, pero las botas de cuero chocando con el piso de madera no ayudaban en lo absoluto. Aquel sujeto sabía que Either se encontraba sola en el apartamento, había buscado el momento perfecto para entrar sin que cierto rubio interrumpiese sus planes.

Había decidido hacer aquello por él mismo, para complacer a su tan adorada Miranda. Miranda era muy poderosa mentalmente, tal así que tenia una gran facilidad para manipular a las personas  a su antojo y hacer que los demás queden a sus pies. Además de que ofrece a sus súbditos todo lo que ellos quieren; drogas, alcohol, sexo, a cambio de trabajillos sucios que le daban cierto capital.

Es por eso que aquella secta era tan adicta a Miranda y toda su mierda. Los tenia literalmente drogados para convencerlos de hacer lo que sea, y las personas a su alrededor no ponían resistencia alguna.

Miranda solo quería una cosa; venganza. Luego de una gran estafa y un corazón roto, impuso toda su atención en odiar al que después se convertiría en presidente de su país. Cuando esto pasó, Miranda de dió cuenta de que todos sus planes de destruirlo se verían con varias complicaciones y dificultades. Por eso fundó su secta, para tener recursos y aliados, para poder destruir a aquel hombre que la destruyó.

Pero para Miranda todo se movió cuando conoció a Either. Aquella muchacha, sensual y audaz, le recordaba a ella en su edad. Podía haberla matado, podía haberla capturado y drogado, sin embargo la mantuvo limpia, dejándola vivir y contándole acerca de lo que pretendía hacer con su coche. Either se asustó y no supo que hacer, iría a prisión por algo que no hizo, solo por proteger su vida, ya que si no cooperaba moría.

Y luego todo comenzó. Miranda se volvió loca cuando descubrió la traición de su querida Either, cuando supo que los policías sabían su ubicación. Evacuaron aquel viejo taller y se mudaron a las afueras de la ciudad, ideando una venganza en los suburbios.

Ahora aquel hombre se encontraba arriesgando su vida para complacer a aquella rubia de cincuenta y tantos años que le había prometido una buena dosis. Revisó el apartamento con la mirada, encontrando una decoración entre moderna y hogareña.

Sin embargo, el sujeto no venia a ver la decoración, venia a llevarse aquella jovencita que estaba molestando a su Miranda. Sostuvo el cuchillo con fuerza, colocando sus nudillos blancos. Pensar en aquella chica solo lo enfurecía al punto de no saber si aguantaría no asesinarla allí y ahora. Pero las palabras de Miranda retumbaron en su cabeza.

"la quiero viva y completa. Yo me encargaré de que pague por su traición"

Caminó con ira hacia la puerta de la habitación, el único lugar donde se podía encontrar la muchacha. Abrió la puerta de una patada y se sorprendió al encontrar el lugar vacío, solo una simple laptop sobre la cama y la ventana abierta.

Gruñó al imaginar que la castaña había escapado por allí. Pero, cuando menos se lo esperaba, un cuchillo se clavó en su hombro, sacándole una alarido de dolor.

Either retrocedió asustada y no tardó en correr, en busca de escapar de aquel hombre que no parecía venir con buenas intenciones. Corrió hacia la puerta de entrada y tomó la manija, tirando de ella varias veces hasta que se rindió al notar que se hallaba cerrada con llave.

Jodido Leon, murmuró para ella misma. Su pecho subía y bajaba con irregularidad, obviando la ansiedad que comenzaba a carcomerla. Su mirada se fijó en la ventana por la que el sujeto había entrado y no dudó en correr hacia allí, pero desgraciadamente su plan se vio fracasando cuando un brazo la tomó del cuello por detrás, comenzando a afixiarla.

-maldita perra, me las vas a pagar- gruñó en su oído, incrementando su fuerza y ahorcandola aún más. Either no se veía con deseos de rendirse por lo que propinó un codazo a su estómago, mientras que su talón se levantaba hasta dar con los testículos de aquel maldito drogadicto.

El agarre se suavizó y ella logró escapar, tomando una fuerte bocanada mientras su mano iba hacia la zona afectada. Cayó al suelo de rodillas e intentó reincorporarse lo más rápido posible pero aquel hombre se recompuso una vez más y avanzó hacia ella.

-eres una zorra!- el primer golpe llegó a la mejilla de Either, seguido de unos cuantos más. Sentía su mejilla entumecida, sabiendo que luego habría un gran moratón morado allí. Sus piernas comenzaron a patalear mientras fuertes gritos de auxilio escapaban de su boca.

Supo que aquel hombre venía de parte de Miranda desde que observó aquel tatuaje en su cuello. Un extraño clavel, algo turbio, se hospedaba allí, un patrón de aquella secta. Es por eso que iba a pelear hasta con sus últimas fuerzas para no darle el gusto a Miranda.

El cuchillo aún seguía en el hombro del hombre, por lo que aprovechó un momento de distracción de su parte para tomarlo y moverlo bruscamente de un lado a otro, intentando sacarlo y crear más daño de paso.

El hombre gritó de dolor, tomando su hombro con la mano libre, la otra mantenía agarrada a Either de su cuello. La castaña volvió a aprovechar el momento de vulnerabilidad y clavó el cuchillo en el antebrazo de la mano que comenzaba a afixiarla una vez más.

No buscaba matarlo, ella no haría aquello, simplemente buscaba herirlo y que se rindiera de una vez, dejándola libre para poder escapar.

El sujeto, a pesar de el dolor punzante que gritaba en las extremidades dañadas, se mantuvo con sus manos sobre el cuello de Either. La de ojos grises comenzaba a quedarse sin fuerzas, aire y esperanzas. No quería morir en brazos de un hombre que expulsaba un aroma nauseabundo y ácido, no podía morir así.

Justo cuando sus mejillas comenzaban a tornarse moradas, el hombre esbozó una sonrisa malvada, viendo a la chica golpearlo con cada vez más fuerza. Era suya, la tenia entre sus manos, literalmente. Tenia el poder para destruirla e iba a hacerlo.

Pero para fortuna de Either un disparo sonó en el apartamento y la sangre voló hacia su rostro, mientras el hombre caía sobre ella con un agujero de bala entre las cejas. Abrió sus ojos como platos y se separó lo más rápido posible, tosiendo como nunca lo había hecho antes.

Luego de recuperar el aire, levantó la mirada encontrando a una hermosa mujer, con rasgos asiáticos y prendas Rojas, observándola entretenida, con una ceja arqueada y la pistola en manos.

-quien eres?- preguntó, su voz sonaba ronca y sin fuerzas.

-me llamo Ada Wong, de nada-

❝𝗨𝗡𝗞𝗡𝗢𝗪𝗡❞  LEON S. KENNEDY ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora