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Meses después;

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Meses después;

La cafetería a las afueras de New York contaba con un pequeño número de personas dentro, quienes disfrutaban de un buen desayuno para comenzar el día de la mejor manera. Entre esas personas se hallaban Leon y Either quienes, entre miradas rápidas y sonrisas tímidas, demostraban su amor sin temor por primera vez.

Ya todo había acabado. Either había sido despojada de sus cargos después de que varios testigos y la mismísima Miranda aceptaran su culpabilidad, además de que se les habían sumado los cargos por la docena de personas que habían fallecido con el atentado al antiguo edificio donde residía Either.

La rubia fue sumida a una cita con el juez, el cual dictaminó perpetua para ella y todos sus cómplices. Miranda no aceptó su derrota y se suicidó en la cárcel para mujeres de Texas. Either fue compensada con una suma económica que seguramente le duraría mucho tiempo, o al menos hasta que consiga desempeñarse como abogada.

Respecto a ese par. Leon y Either habían decidido formalizar su relación luego de que todo se arregló en sus vidas, poniéndose la etiqueta de noviazgo, formalmente dicho. Habían comenzado su convivencia nuevamente desde hacia unos meses, precisamente luego de que Either saliera del hospital totalmente salva.

Nadie podía explicar el amor que se tenían esos dos, eran tal para cual y al mismo tiempo eran tan diferentes. Aprendían de lo que el otro tenia para ofrecer y sonreían día a día al ver la estabilidad y cariño que se proporcionaban. Leon nunca había estado tan agradecido por ir a un bar, ya que gracias a eso la conoció.

Hablando del agente. Sus compañeros de trabajo lo miraron mal por unas semanas hasta que todo el asunto del atentado fue resuelto, con los culpables detrás de rejas y el apellido Moon muy lejano a todo eso. Había recuperado la confianza de sus amigos luego de demostrar la inocencia de la castaña, por lo que todo iba bien en el trabajo, además de que recibió un aumento luego de lograr que Miranda testificara con la verdad, aceptando la culpa.

Sin dudas muchas cosas habían pasado en los últimos meses, pero lo que predominaba en la mente de ambos era la pronta llegada del nuevo integrante.

Leon la observaba enamorado, completamente enternecido por lo adorable que se veía su amada con aquel look de embarazada. Sus labios estaban más hinchados de lo común, mientras que su barriga de siete meses resaltaba como un globo bajo su camisa.

Ella comía con total placer la enorme porción de pastel de chocolate, mientras que de vez en cuando bebía de su té, para ayudar a tragar los empalagosos bocados.

-deja de mirarme así- pidió avergonzada, mientras limpiaba su boca con una servilleta. Había devorado toda la porción de pastel y aún así seguía con hambre. Mujeres embarazadas, pensó Leon juguetón.

-tienes un poco de chocolate aquí- dijo el rubio, llevando la mano hacia ma barbilla de la chica. En un movimiento rápido la atrajo hacia él, disfrutando del sabor a chocolate que sus labios le proporcionaban. Se separaron pocos segundos después, con una sonrisa en el rostro de ambos. Leon lamió con lentitud el chocolate que había quedado en sus labios por el toque con la castaña.

Algo que calentó de sobremanera a la mujer que se quejó en silencio.

-ocurre algo?- fingió inocencia él, mientras bebía un sorbo de su café. Ella se cruzó de piernas con algo de dificultad, intentando aliviar la excitación en su feminidad. Leon la había dejado sin sexo los últimos tres meses porque temía lastimarla. Le enternecia aquello, él solo estaba intentando cuidarlos, pero también le enfurecía porque aún quedaba un largo tiempo para que sus cuerpos puedan volver a tocarse como solían hacerlo antes del embarazo.

-lo odio, agente Kennedy- murmuró ella. Leon contuvo una carcajada y levantó una ceja.

-como dices?-

-nada- contestó ella rápidamente. El agente no pudo contener una risa, dándose cuenta que desde que la había conocido siempre había un momento donde ella lograba hacerlo sonreír. Leon había tenido un pasado muy fatídico y es por eso que pocas veces se sentía lo suficientemente pleno para sonreír. Bueno, ahora todo era diferente y la sonrisa no podía borrarse de su rostro cada vez que la veía.

-oh, dame tu mano, está pateando!- exclamó ella. A pesar de que ambos habían sentido cientos de veces los movimientos de su bebé, siempre se emocionaban cuando, en algún momento del dia, él hacia su aparición  con pequeñas pataditas.

El rubio le entregó su mano con una sonrisa, sintiendo los movimientos de su bebé cuando ésta fue colocada sobre la barriga de su amada. Los extasiaba pensar que en pocos meses tendrían a su pequeñín con ellos.

-debemos pensar en comprar una casa grande- dijo él, luego de que el segundo pedido de la embarazada llegó.

-por qué?- preguntó ella confundida, el apartamento donde vivían era espacioso y contaba con tres grandes habitaciones. Tenían lugar suficiente para ellos y su bebé.

-porque si sigues comiendo tanto no cabrás en el apartamento- bromeó. Se ganó un manotazo por parte de la embarazada y soltó una fuerte carcajada. A ella poco le importaba que Leon tirara esos comentarios, incluso le divertían porque reconocía lo mucho que estaba comiendo -estoy jugando, amor-

-si, bueno, yo también juego de vez en cuando con el bibliotecario de la otra calle y no te lo ando refregando en la cara- contraatacó ella, borrando la sonrisa del rostro del agente. Ella soltó una fuerte carcajada, llamando la atención de algunos clientes de otras mesas.

Leon soltó un bufido mientras la castaña reía, llenando de besos su rostro en modo de disculpa. Si, algo que amaba y odiaba Leon es que ella sabia jugar y herirlo donde más le dolía.

-estoy jugando, amor- carcajeo ella, repitiendo las palabras que él le habia dicho.

-sé que lo haces. Ese bibliotecario no tiene oportunidad contra mi- contestó él de forma egocéntrica, manteniendo su ceño fruncido. La situación los divertía a ambos, pero el rubio se esforzaba por no dejar salir una sonrisa.

-eso es cierto- asintió ella, jugando con algunos mechones rebeldes que caían por la nuca del agente. Él se estremeció por su toque, jamás se iba a acostumbrar la suavidad y delicadeza con la que ella lo trataba -además no tengo ojos para otro hombre que no sea el papá de mi hijo-

-solo el papá de tu hijo soy? Wow que romántica- sonrió divertido ante lo mucho que le costaba a la castaña demostrar lo que sentía. Era cariñosa y tierna con él, pero las palabras no eran su fuerte para expresar cuánto lo quería.

-lo siento- carraspeó ella -quise decir, no tengo ojos para otro hombre que no sea el agente Kennedy, a quien amo- reveló.

El de ojos celestes se sorprendió demasiado al oírla. Las palabras de afecto no pasaban de los te quiero o cuídate, sin embargo eso no quería decir que no sintieran más que eso. Él no pudo resistir mucho antes de atraerla a sus labios una vez más, queriendo transmitirle lo mucho que la quería y cuán agradecido estaba de que fuera la luz que lo sacó del agujero negro, donde creyó que pasaría el resto de su vida.

Ella soltó una pequeña risa de niña mientras él la besaba con todo el amor y cariño que podía darle. La amaba. Era ilógico y estúpido seguir guardándoselo.

-tambien te amo, Either Moon. No imaginas cuánto- las lágrimas se hicieron presente en los ojos brillantes de su amada. Ambos estaban experimentando cosas nuevas, junto al otro, por lo que sabían que todo estaba bien.

Leon y Either comenzaron siendo simples desconocidos sacando su deseo carnal con el otro, nadie pensaría que acabarían siendo mas que eso, que acabarían amándose como nunca nadie. Pero se equivocaron, y nunca habían estado más felices de cometer una equivocación en su vida.

FIN

❝𝗨𝗡𝗞𝗡𝗢𝗪𝗡❞  LEON S. KENNEDY ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora