Capítulo Diecisiete

2.8K 398 67
                                    

  Habían pasado cinco horas desde que salió, el tiempo junto a Bella pasaba demasiado rápido. Estaba ansioso por verle, por hacer caso a todos los consejos de su amiga y por demostrarle que realmente estaba enamorado de él.

  La casa estaba en silencio y no había señales de Edward por ninguna parte. Escrutó las sombras imaginando a Noir pegado a la pared inmóvil, observándolo. Odiaba que la mansión estuviera siempre con las cortinas echadas.

  —¡Edward! —gritó en medio del vestíbulo—. ¿Puedes venir un momento por favor?

  El silencio le devolvió el eco de su propia voz. Se encaró hacia las escaleras para llamar de nuevo.

  —¿Edward, estás en casa?

  Subió lentamente los primeros escalones con la intención de no cruzar las puertas prohibidas sin su permiso. Se detuvo frente al inicio del pasillo y supo de inmediato que él estaba allí.

  —Edward, necesito hablar contigo.

  Hizo el amago de adentrarse en el pasillo, pero el sonido que escuchó le retuvo. Se estaba arrastrando por la pared en su dirección, respiró hondo para calmar sus temblores y no atacarle allí mismo.

  —No hace falta que seas su guardián, sabes que no le haré daño.

  Noir emitió un sonido que sonó como una advertencia, pero Jacob le ignoró y dio un paso hacia la puerta.

  —¿Está en su cuarto? ¿Por eso estás aquí? —el extraño vampiro le enseñó los dientes y el chico asintió.

  —Para dar con él solo tengo que dar contigo primero y ahora puedo ubicarte con facilidad.

  Ese comentario pareció no sentarle demasiado bien, los hombros de Noir se tensaron listo para atacar. Jacob clavó los ojos en él sin intenciones de parar esa pelea, si esa cosa se lanzaba contra él se defendería.

  —¿Me buscabas?

  De repente toda la tensión que contenía su cuerpo se disipó, Edward había aparecido de la nada y yacía colocado entre ellos. La expresión de su jefe era algo dura, reflejaba sin reparos su molestia. No miraba a Jacob directamente sino que se mostraba indiferente.

  —¿Podemos hablar a solas?

  —Claro.

  Descendieron las escaleras hasta el salón donde Edward se encaró hacia el interior dándole la espalda a Jacob.

  —¿Por qué no me contestabas?

  —¿Qué me ibas a decir?

  —Quiero hablar de lo de anoche, quiero que seas sincero y me digas si hay alguna oportunidad para que lo nuestro sea real. ¿Qué hay entre nosotros? ¿Por qué me rechazaste?

  —¿Que yo qué? —exclamó girándose hacia él.

  —Dime la verdad ¿existe la posibilidad de salvar lo nuestro, hay un "lo nuestro"?

  —¿A qué viene esa recriminación? Ahora te preocupa mucho, pero en vez de quedarte y arreglarlo te fuiste con tu amiga durante horas. Pero el malo soy yo.

  —Me fui porque necesitaba aclararme, entender por qué existe una barrera entre nosotros desde que supe la verdad sobre Noir, entender por qué me alejas de ti de esa forma.

  —Si pensabas eso debías haber venido a hablarlo conmigo y no hacerte ideas ¿de dónde sacas que yo te tengo asco? Eso es lo último que me provocas.

  Jacob rememoró la escena en su mente, el leve empujón, la cara de contradicción de Edward. Este acortó la distancia para agarrar los codos del chico.

LA LEYENDA DEL VAMPIRO DE CERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora