Capítulo 2.

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Amelia tiró del Mazda dentro de su camino de entrada y lo estacionó al lado del garaje.

Para su gran molestia, quitar la llave del encendido no apagó el motor. En su lugar el coche azul continuó chisporroteando y resoplando durante un minuto después finalmente murió.

-Bien, Gato. Pienso que es seguro decir que el lugar siguiente al que irá este pedazo de mierda será el depósito de chatarra.

-¿Mrrow? - El felino respondió cuando intentó subirse sobre el regazo de la mujer.

-No no no. Este no es tiempo para mimos. -Metió al gato debajo de su brazo y abrió la puerta. -Vamos, veamos si Natalia puede encontrar algo en la cocina para que tu comas.

Cuando salió del auto con el gato en remolque, Amelia echó un vistazo sobre sus tres autos en el garaje. La puerta estaba medio abierta y a través de la media luna de la ventana vio su Porsche.

Silenciosamente agradeció a su primo Ignacio por ayudarle. El gato se retorció en su agarre.

-Oh no tu no. No estaré recorriendo todo el vecindario en tu búsqueda.

Amelia abrió la puerta deslizable y entró en la cocina. Una vez dentro puso al gatito en el suelo.

-¿Natalia? ¿Natalia estás aquí? - Las llaves del auto azul fueron lanzadas sobre la encimera.

-Estoy aquí - una voz desde la sala llamó.

-Tenemos compañía -Amelia dijo.

Natalia además de trabajar por años con la familia Ledesma, era amiga y muy querida por Amelia. Cabello pellirrojo, con rizos, alta, ojos verdes. Natalia entró en la cocina.

-No es bueno que estés fuera toda la noche, Amelia - la regañó. -Si tu madre sabe...

-No estaba fuera puteando por ahí, Natalia -respondió, satisfecha con la impresionada reacción en la cara de la mujer.

Desabrochó su chaqueta y la lanzó sobre uno de los taburetes al lado de la plataforma de la cocina.

-¿Tenemos algo aquí para alimentarlo?-dijo señalando al gato.

-¿Mrrow?

-¿Un gato? - Finalizó.

Natalia bajó la mirada a los pies de Amelia para ver al felino frotarse contra ella.

-Oh mi Dios . ¿Tu trajiste a casa un gato?

-No es un permanente. Él únicamente estará aquí por algunos días mientras que su dueña está en el hospital.

La ama de llaves se agachó y tomó ahora al ronroneador felino.

-Odio decirte, Amelia, pero él es ella. ¿Cuál es su nombre?

-No lo sé. Llámalo gato por ahora.

-Hola dulzura, que linda gatita eres -Natalia la piropeó, sosteniendo al feliz animal en su amplio pecho. -¿Te gustaría un poco de atún? - Llevó el gato a la despensa y sacó una lata. -Hmm, ¿no te parece esto rico?

-No creo que él, quiero decir ella alguna vez comiera atún antes. Creo que solamente come alimento seco.

-Oh... bien entonces - Natalia puso la lata en la barra y dejó al gato suavemente en el suelo. -No es bueno llevarla directo de seco a enlatado. Sería bastante sabroso para ella. Puedo mezclarlos.

-No traje ninguno. Supongo que tendremos que conseguirle un poco de alimento.

-Bien, he hecho ya las compras esta semana pero si quieres saldré ahora. Puedo comenzar a hacer la comida cuando regrese. -Limpió sus manos en su delantal y alcanzó sus tirantes.

Amor AccidentalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora