Capítulo 16.

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-Dos por ciento de crecimiento no es lo que esperaba cuando te contraté para este puesto -Amelia dijo, sus ojos se precipitaron al informe delante de su nervioso gerente.

El agudo sonido del teléfono sacó un fulgor de ella. Esto tiene mejor que ser malditamente importante para arruinar una perfectamente buena mordisqueada.

-Disculpa -alcanzó el teléfono antes de que el molesto timbrazo pudiera ser oído otra vez. -¿Amelia Ledesma... quién?... Bien, ¿dónde está Luisita? ¿Por qué tú estás contestando mi teléfono? Bien... ponla a ella en la línea.

Miró al hombre sentado enfrente.

-Eso es todo por ahora. Mejor que vea números más altos el próximo cuatrimestre -giró su atención de nuevo al teléfono. -¿Natalia? ¿Qué pasa?

Marina caminaba por el pasillo hacia la oficina de Amelia en búsqueda de su secretaria cuando la vio ir a toda velocidad por el pasillo y dirigirse hacía las escaleras.

-Amelia, ¿Qué está pasando?

-No puedo hablar ahora. Debo irme.

La puerta se abrió y ella desapareció, los pasos golpeaban en el metal de las escaleras. La castaña entró en la oficina de Amelia.

-¿Qué sucedió aquí?

-No lo sé, Señora. Luisita me llamó para que viniera a cubrirla por algunos minutos mientras que ella iba a entregar algo a contabilidad pero cuando llegué aquí se había ido. Supuse que no pudo esperar pero no la he visto desde entonces. La cosa extraña es que Inma llamó hace algunos minutos buscándola.

-¿Quieres decir que Luisita nunca se presentó?

-No. Iba a ir buscarla pero entonces la ama de llaves de la Srta. Ledesma llamó y sonaba verdaderamente preocupada. La enlacé a la sala de conferencias. Después la Srta. Ledesma vino corriendo aquí adentro y agarró su maletín y salió. No me dijo una palabra. ¿Usted quiere que permanezca aquí?

-No, todo está bien. Puedes regresar a tu escritorio ahora. Cerraré aquí adentro. No creo tampoco que ellas regresen hoy.

Una vez que su secretaria salió del cuarto, Marina miró a través de los papeles en el escritorio de Luisita. Viendo la carpeta del Porshe, la abrió. El recibo en la parte superior todavía tenía huellas donde por lo visto habían caído las lágrimas. Raro, no la recuerdo diciéndome nada sobre estar en un...

-Oh mi Dios -susurró. -No.

Sentándose en el sillón, giró la computadora y entró registrándose bajo su identificación. Abrió el archivo del personal y comparó las fechas del recibo.

-Oh Amelia.

Las piezas se colocaron en el lugar y estaba segura que Luisita lo había calculado fácilmente también. Pensó en llamar a la casa de Amelia pero decidió en lugar de eso conducir hasta allá. Si lo que pensaba había sucedido, Amelia podría necesitarla.

*****

Cuando Marina llegó, Amelia estaba en el teléfono.

-¿Qué quiere decir con que no sabe dónde fue dejada? ¿Cuántas mujeres con gatos usted lleva diariamente?... Bien puede usted por lo menos decirme si era un hotel o una terminal de autobuses? ¿Usted piensa que era un hotel? ¿Alguna idea de cuál? Usted fue de mucha ayuda, gracias -dijo sarcásticamente cuando abandono de golpe el teléfono. -No saben o no quieren decir. Malditas inútiles compañías de taxis -levantó la mirada para ver a Marina parada allí. -¿Qué estás haciendo aquí?

-Pensé que podrías necesitar ayuda -sacó la silla adyacente y cabeceó un movimiento a Natalia hacía la cafetera. -Vi el papeleo del Porshe en el escritorio de Luisita. Amelia, tengo que preguntar. El accidente...

Amor AccidentalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora