Capítulo 4.

2.7K 206 60
                                    

El jeep subía sobre la avenida de Madison justo cuando una ligera nevada comenzó a caer.

Amelia recordó su promesa de traer un juego de Trivial Pursuit con ella pero las oscurecidas nubes y lo tarde de la hora hicieron que decidiera renunciar a un viaje para el centro comercial para escoger uno, prefiriendo llegar al hospital antes de que se hiciera demasiado tarde.

Caminó a través de la puerta abierta de la habitación de Luisita solo para encontrar la cama vacía, un afanador cambiaba las sábanas.

-¿Dónde está la Srta. Gómez?

-Rayos X. La traerán de regreso en algunos minutos -el corpulento hombre respondió, metiendo la última esquina dentro.

Fue a la silla en la cercana esquina y se sentó para esperar el regreso de la joven mujer.

Quince minutos pasaron antes de que Luisita fuera empujada nuevamente dentro del cuarto. La primera cosa que Amelia notó eran las frescas lágrimas que bajaban por la cara de la lesionada mujer. Los dos celadores tenían tanto cuidado como podían con su paciente pero Luisita todavía gritó de dolor cuando la cambiaron de la camilla de nuevo a su cama.

-Hey, ¿cómo te sientes? -La alta mujer preguntó suavemente, tirando de la dura silla de plástico más cerca a la cama.

Luisita forzó una sonrisa en su cara en la vista de la mujer de cabello oscuro. Después de una larga noche de estar en agonía y de una aún más agotadora mañana de tener doctores y residentes que entraban para empujarla y pincharla, la vista de la mujer que hacía su recuperación posible fue completamente bienvenida.

-Tomaron nuevas radiografías de mis piernas para asegurarse de que todo esté ya colocándose correctamente. -Su cara traicionó su dolor cuando se movió y frotó su cadera. -Me están dando Hepa algo para adelgazar mi sangre. El doctor Pelayo está preocupado sobre la coagulación.

-¿Él dijo algo sobre cómo estás evolucionando? Quiero decir, no está previendo ningún problema a largo plazo, ¿lo hace? -Amelia estiró su brazo y ayudó a acomodar una de las almohadas detrás de la cabeza de la rubia mujer.

-El dijo que no sabremos eso por semanas -Luisita contestó.

-Bien, ¿qué piensas de el? ¿Te pareció competente? Si no te gusta, Luisita, solo déjamelo saber. Te traeré otro doctor. -Las palabras salieron rápidamente y Amelia estaba justo tan sorprendida como la lesionada mujer. -Quiero decir, si no estas contenta con la forma en que te está tratando, tienes el derecho de pedir otro doctor.

Esperaba que su explicación no sonara tan pobre para Luisita como lo hizo para sí misma.

-No, está bien, de verdad. Quiero decir, no puede ayudarme si tengo dolor. Dijo que estoy recibiendo la mayoría del medicamento para el dolor que el se siente cómodo dándome.

-Si necesitas más...

-No. No pienso que ellos hagan algo bastante fuerte para calmar el dolor. Es solo que duele tanto todo el tiempo. Incluso cuando estoy durmiendo, me muevo y el dolor es tan fuerte que me despierta. -Bajó la mirada desanimada en sus fracturadas piernas y tobillos. -Parece que el dolor nunca terminará - dijo con tristeza.

-Luisita, esto puede no parecer así ahora, pero mejorarás. Esto sólo tomará tiempo. -Amelia intentó mantener su voz lo más tranquilizadoramente posible. -Pepy es absolutamente un personaje -dijo, esperando que el cambio de tema pudiera ayudar a sacar de la mente de Luisita sus lesiones.

-Ella es la mejor cosa que jamás me sucedió -la joven mujer dijo honestamente. -Siempre que la necesito, ella esta justo allí. Todo lo que pide siempre es alimento y atención.

Amor AccidentalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora