Capítulo 14.

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El reloj marcaba justo pasadas las seis cuando la llamada de la naturaleza despertó a Luisita de su sueño. Somnolientos ojos mieles se abrieron y se enfocaron sobre la mujer durmiendo debajo de ella. Le llevó algunos minutos liberarse del rompecabezas humano que ellas habían formado durante la noche.

Después de un rápido viaje al baño, Luisita se colocó las muletas y fue a la cocina a preparar una jarra de café. Servía el humeante líquido en dos tazas en el momento en que Amelia entró en la cocina.

-Buenos días. Pensé que te gustaría un poco de café.

-Mmm, sí gracias -la alta mujer se acercó y envolvió sus brazos por detrás alrededor de Luisita. -Buenos días, guapa. -Presionó sus labios en la cabeza de la joven mujer. -Tengo que recoger a mi madre en un par de horas.

-Entonces definitivamente necesitas tu café -Luisita dijo, entregando las dos tazas. -Y si vas a darme un beso de buenos días, eso estará mucho mejor.

Amelia movió su cabeza.

-Mmm, aliento de la mañana. Nada de besos hasta después de que cepille mis dientes.

-Correré el riesgo.

-¿De verdad? -una ceja se levantó un poco cuando dejó las tazas abajo. Dando la vuelta, tomó primero una muleta, después la otra, y las puso a un lado antes de coger a Luisita en sus brazos. -Así qué tu quieres un beso de buenos días, ¿hmm?

Bajó su cabeza y volcó todo su amor en una serie de suaves besos. Mordió y persuadió con sus labios hasta que sintió la boca de Luisita abrirse para ella. Amelia tragó un suave gemido cuando su lengua exploró el interior de la boca de la joven mujer.

Para su completa sorpresa sentía una muy insistente lengua empujando dentro de su propia boca. Ahora fue el turno de la ejecutiva gemir. Cuando se separaron, fueron varios segundos antes de que su respiración volviera a un manejable nivel.

-¿Así? -preguntó con voz ronca. -Éste tiene su aprobación para un beso por la mañana, ¿Srta. Gómez?

-Oh sí, muy agradable -Luisita se alzó para otro rápido rozar de labios antes de alcanzar sus muletas.

Bésame así cada mañana y seré feliz por siempre.

Con renuencia retrocedió, su cuerpo entero gritaba por más contacto.

-Mejor toma tu café antes de que se ponga frío.

Amelia miró el reloj.

-Preferiría pasar el día contigo, lo sabes -el agudo pitido esbozó un ceño de la ejecutiva. -Recibiré esta. Con mi suerte es probablemente Marina que intenta eludir tratar con mi madre hoy -tomó el teléfono. -Residencia Ledesma... Si, buenos días a ti también, Marina. ¿Qué sucede? -Luisita miró como las oscuras cejas se fruncían en desconcierto. -Mm hmm, ella está despierta... no, nosotras acabamos de levantarnos y estamos tomando café.

Ahora la frente se elevó y los ojos cafés se trabaron con los mieles.

-Bien... seguro, eso suena bien para mi. Déjame preguntarle, aguarda -Amelia sostuvo el teléfono sobre su pecho. -Marina desea saber si te gustaría salir a desayunar.

-Umm, seguro.

Sería la primera vez que saliera de la casa a excepción de las citas con su doctor y el funeral. Observó una sonrisa cruzar la cara de Amelia.

-Seguro, suena bien, Marina.

Ellas ultimaron detalles mientras Luisita bebía su café. Para el momento en que Amelia colgó, su café se había enfriado bastante para beberse en cuatro largos tragos.

Amor AccidentalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora