1.

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"¡Oh John!"





I.

Daniel tenía algo que lo había hecho sentir incómodo muchas veces, se quedaba viendo demasiado a sus compañeros de clase. Al principio, podría pasar por celos, la manía de ver a un chico desarrollado, alto y con fuerza, era sinónimo de envidia para un chico delgado y escuálido como Daniel. Al menos debió serlo, porque así se suponía que era el mundo. Así le habían dicho que funcionaba.
Pero no era envidia, había suspirando sin querer, mirando de reojo y se odio los primeros meses, incluso el año siguiente, se odio mucho. Porque las compañeras de su clase deberían parecerle ardientes, y no lo hacían.

Se había sentido tan confundido cuando Judy le robo un beso, que acabo faltando tres días a la escuela, no quería verla y estaba tan cansado de la sensación, de haber pensado que si Judy en realidad hubiese sido el hermano mayor de ella, le hubiese gustado el beso. Por eso mismo, había preferido ser visto como un mojigato, un chico demasiado lento, burdo, que nunca prestaba atención de nada. Y funcionó, claro que el resto lo llamaba idiota por desperdiciar lo que fuera a desperdiciar, pero estaba bien con eso. Hasta que la poca seguridad que había ganado, se vio truncada al momento de tener un nuevo inicio, no sabía cómo decirle a su madre, que se sentía seguro porque todos creían saber algo de él, y aunque fuera mentira, esa mentira era segura. Por supuesto.

Al principio pensó que podía intentarlo, si lo analizaba mejor, Daniel podía inventar la historia que quisiera y allí en California, nadie podría saber si esta vez era verdad o no. Fue el primer indicio de motivación que se dio, antes de seguir durmiendo en el auto e imaginar una nueva vida, menos asustado, más relajado. Y bueno, Daniel definitivamente entendió que algo había en el universo que lo hacía quedar o con las peores decisiones o en las peores situaciones.

Johnny estúpido Lawrence tenía algo con él, porque rayos, Daniel había sido claro cuando le dijo que no le gustaba Ali —bueno, en realidad no se lo dijo—, pero era evidente que no estaba en eso. Entonces, llegó a California, fue atacado por el tipo popular, ganó una reputación que lo hacía repelente para el resto y nadie quería ser su amigo, además era el tipo que amaba a otros tipos. Aunque eso nadie lo sabía, pero su vida ya era demasiado miserable. Gracias Johnny por hacerla aún más miserable.

Es por eso que Daniel se encuentrá con el rostro en una expresión de molestia, tratando de volver a esparcir la crema que Ali le había regalado, para que aquel moretón de bienvenida se borrará de una vez y no siguiera siendo un recordatorio de lo que pasó hacia semanas. Soltó un quejido, bien había dicho que se veía peor de lo que se sentía y aunque era medio verdad, lo cierto es que la carne en ese lado, era demasiado sensible. Guardó el frasco en su mochila, en el momento que la campana sonó corrió tras la oleada de estudiantes, había pensando en evitar a Ali aunque sea por unos días, aunque no era la intención de ninguno de los dos, tal vez lo mejor era eso. Bajar el perfil, hacerle notar al resto que no estaban saliendo.

Se sentó en su lugar, rodando los ojos al notar que estaba nuevamente solo, no había problema, si estaba solo al menos sabía que no estaría mal acompañado. Se mordió el interior de la mejilla buscando su libreta para comenzar la clase, pero el maestro que seguía de pie, avanzó hacia la puerta, soltando algunas palabras. Entonces un chico de aspecto aburrido, con ojos intensamente azules y el cabello de un rubio oscuro entró al salón, Daniel alzó la vista:

—Este es el señor Kenneth, nuevo en clase. Bueno chico, toma asiento allí con el señor LaRusso, vamos a empezar con el tema de hoy.

El chico alzó la vista mirando hacia todas partes, Daniel alzó una mano, mordiendo con más fuerza el interior de su mejilla, de alguna manera el único asiento disponible era allí. El chico recién llegado, dejó su mochila sobre la mesa, reclinado la silla un poco hacia atrás, Daniel se le quedó mirando, algo aturdido por aquel comportamiento tan vago y justo en un lugar como ese, ¿Acaso no sabía lo mucho que importaban las primeras impresiones? Se quedó mirando, desde algunos estampados al azar, hasta el abrigo de mezclilla que tenía puesto Kenneth.

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