4.

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Pedido de LiamWoodsM


“Daniel LaRusso
encontró a su encantador”.





No sé suponía que debía ser así, pero bueno. Nada de lo que uno acostumbra a pensar o imaginar suele ocurrir de tal manera, incluso Daniel ya había pensando que este tipo de cosas le iban a pasar cuando fuera mucho mayor o nunca. El tema es que, bueno, no es una buena forma de iniciar de ninguna manera. Para empezar Daniel estaba intentando ser un buen instructor de fútbol, luego de pronto se vio envuelto en una pelea de ex novios, pero oye, el chico estaba caliente. Entonces miró todo de manera lejana, hasta que su instinto heróico —o estúpido— se metió de por medio. Así acabo peleando con el chico, que bueno, no solo estaba guapo, también sabía pelear, demonios que sí sabía y le había dolido como nunca en su vida.

Ahora vayamos al punto, estaba enamorado de ese tipo. Sí, el tipo que le pegó en la playa y que posiblemente lo quería bien muerto. Pero vamos, que la vida no siempre es como la planeamos y aunque tenga un desastre en el ojo, el lema de su madre era que LaRusso no se rinde. Supongamos que lo hará lo mejor que pueda, antes de acabar en una fosa.
En algún momento de su vida, le dijeron a Daniel que era bonito, que tenía la cualidad de tener ojos grandes y expresivos, entonces si tenía tanto potencial, ¿Por qué no sacarlo? Caminó con gracia entre los pasillos, luego de haber dejado su increíble —no importa lo que el resto dijera— bicicleta a un costado, segura. Y avanzó en busca de encontrar al chico rubio de la playa. Lo gracioso de todo era que estaba buscando la misma chaqueta roja de cuero o la voz escandalosa de sus amigos, fue impactante cuando se encontró con otra versión. Si lo de anoche había parecido el tipo malo rebelde que andaba en moto, lo que ahora estaba viendo era el tipo guapo, de aire de amabilidad que parecía sacado de una película de Disney. Ya sabes, esa película de Cenicienta dónde estaba el príncipe encantador. Solo que esté era rubio y tenía algo así como una doble vida.

No importa, pensó Daniel. ¿Eso no era mucho mejor? Dos en uno, quiere al chico malo o al chico bueno, ahí está, el premio de la vida.

Sonrió para sus adentros, cuando la campana tocó, tendría todo el día para poder acercarse.

En realidad no, ni siquiera pudo hablarle, siempre desaparecía o estaba rodeado de gente que gritaba en lugar de hablar, pero no hay problema, porque pudo verlo en la clase de gimnasia, sabía que tenía la aura de alguien musculoso, pero hey. Esto era otra cosa. Sonrió, dándole algunos botes al balón, acercándose a quien definitivamente llevaría a casa y sería su esposo. Puede pensar eso cuántas veces quiera.
Se detuvo a un costado del chico, que siendo realista parecía no estar notando su presencia porque, lamentablemente Daniel era una o dos cabezas más bajo, y es complicado poder verlo si tiene la vista en las animadoras o el entrenador.

—Oye. —habló Daniel. El rubio miró hacia abajo, aturdido por el pequeño polizón en la fila del equipo.

—¿Qué quieres, mocoso? —preguntó con fastidio. Aún así no se alejó, ¿Eso era una señal?

Daniel volvió a sonreír, mirando fijamente con sus ojos al otro y había visto esto en alguna parte. Dio un pequeño revolotear de pestañas que hizo toser al otro.

—No sé tu nombre. Bueno, básicamente ni siquiera hablamos pero ya sabes. Dicen que lo físico siempre es bueno. —añadió, ahora girando su cabeza hacia un lado.

El rubio alzó una ceja, mirando hacia los lados, estaba más que nada confundido, enojado y muy molesto. ¿Qué no entendía el mensaje este enano? Él le estaba quitando a su chica, no significaba que debían hablar y...Oh. ¿Acaba de morderse el labio?

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