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Tres golpes en la puerta hicieron que TaeHyung dejara de lado su computadora.

-Adelante.- Habló y vió como un tímido JungKook se asomaba lentamente por su puerta.- Vaya, que sorpresa. Siéntate.

JungKook entró y cerró detrás suyo para irse a sentar en donde le fue indicado.

-Dime, ¿qué te trae por aquí?

-Es que, b-bueno, yo... y-yo.- Un suspiro tembloroso salió de su boca en señal de rendición. Los nervios se lo estaban comiendo vivo, el hecho de tener que disculparse, le generaba ansiedad. Y más ahora.

TaeHyung se levantó de su escritorio y se hizo de cuclillas junto al asiento en donde estaba JungKook, girando un poco la silla para que quedaran frente a frente.

-¿Estás bien?- Preguntó con cautela el mayor de los dos.

JungKook se limitó a asentir mirando atentamente a los ojos contrarios cual niño siendo consolado por su madre.

-Eso era todo lo que necesitaba saber.- Dijo TaeHyung con una radiante sonrisa.

-Pe-pero... Señor...

-JungKook, ya te había dicho que no uses honoríficos conmigo. Y ya, no hay de que hablar, si te preocupa tu puesto en este lugar, aún sigue vigente.- TaeHyung hizo una pausa repentina y algo tembloroso tomó entre sus manos, las frías del azabache y bajó un poco su mirada.- Solo avísame que estás bien, todos nos preocupamos por tí.

JungKook se sonrojó y asintió.

-

La tarde estaba pasando muy lentamente, en el bar todos estaban corriendo y organizando todo para ambientar el lugar con temática de San Valentín.

JungKook ordenaba y decoraba un poco su escenario, JiMin organizaba las estanterías, TaeHyung estaba ayudando a acomodar las mesas, mientras YoonGi degustaba uno que otro licor y se quejaba por el poco tiempo en el que los clientes empezarían a llegar.

Un perfecto trabajo en equipo.

Cuando marcaron las siete, todo ya estaba en orden y los clientes empezaron a llenar el lugar. Y así fue hasta las doce; los cuatro encargados del lugar estaban exhaustos.

Inmediatamente el lugar se desocupó por completo, JiMin tomó las cosas suyas y las de YoonGi, para luego obligar al mayor que lo llevara sobre su espalda, porque le dolían sus pies, y huir de ese lugar.

TaeHyung dejó de lado su carpeta con las cuentas de los últimos días, se estiró sobre su asiento y bajó para cerrar el bar.

-¡Oh, santa mierda!

El castaño se sobresaltó al escuchar la voz de alguien y se giró para ver, dándose cuenta de que JungKook seguía allí.

-¿JungKook? ¿Por qué no te vas? Ya es hora.- Habló acercándose rápidamente y ayudándole a recoger unos trozos de vidrio que habían dispersos a su alrededor.

-No quiero ir a casa... Ya sabe, no hay nada que hacer allí.- Dijo con algo de nostalgia pero con una linda sonrisa.- Así que bueno, mejor ayudo a limpiar para que mañana no tengamos tanto trabajo.

TaeHyung soltó una risita mientras tomaba las manos de JungKook logrando sorprender al menor.

-Son más de las doce, debes descansar. Deja eso ahí para que lo limpien mañana YoonGi y JiMin, ellos siempre se escapan de la limpieza; y mejor, me dejas invitarte a cenar hoy, ¿quieres?

-P-pero... Señ-

-No más 'señor', JungKook, soy TaeHyung.- Habló callando de repente al azabache.- Ahora dime, ¿vamos?

𝙳𝚎𝚜𝚝𝚎𝚕𝚕𝚘 | 𝕋𝕂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora