La luz del sol llevaba iluminando toda la habitación sin piedad alguna desde hacía varias horas, hasta que por fin sintió aquella incomodidad haciéndolo remover en su cama, tenía frío y no quería levantarse hasta que aterrizó en la realidad y escuchó como su teléfono vibraba intensamente sobre su mesita de noche haciéndolo enojar.
¿Quién carajos se atreve a llamarlo a la una de la tarde?
Lo desbloqueó con su rostro somnoliento y entrecejo fruncido dándose cuenta que tenía veintitrés llamadas perdidas y unos cuantos mensajes de YoonGi mientras pensaba la posibilidad de tener un sueño pesado, muy pesado.
YoonGi
-Hola
10:00
-Tae...
11:05
-Deberías venir, te extrañamos y te recuerdo que tienes muchas cosas por hacer.
11:05
-Vamos... No me dejes aquí solo.
11:40
-¡Maldición TaeHyung, si no me contestas ese maldito teléfono juro que voy hasta allá y te lo parto en mil pedazos y me importará un culo si te enojas!
12:03
-Bueno, no... Me alteré.
12:30
-Pero soy tu amigo, trato de preocuparme por ti.
12:31
-Mierda, juro que te golpearé.
12:40
-Oye, solo deberías venir y respirar un poco, te hará bien. JiMin y yo te esperamos aquí.
12:56
TaeHyung soltó un suspiro pesado y dejo el móvil en donde estaba para mirar al techo con su mente totalmente en blanco.
Solo deberías venir y respirar un poco, te hará bien...
Bufó, se sentó en el borde de la cama mirando fijamente a sus pantuflas como si en ellas se encontraran todas las respuestas a las preguntas que buscaba y sintió el frío inmediatamente sobre su cuerpo; resopló por última vez, se puso en pie, tronó sus huesos tratando de destensarse y fue a la cocina en busca de algo para comer. Al llegar a su destino, frenó dándose cuenta del desastre en el que vivía, había paquetes de sopa instantánea regados por el mesón con algunas latas de cerveza y sodas en el piso.
Maldijo internamente y abrió la nevera, solo había unos tomates viejos y más cerveza, luego fue a la alacena y encontró un gran menú de sopas instantáneas.
-Genial.- Musitó para luego tomar una de esas cajas y poner a calentar algo de agua.
Su mirada se volvió a perder en el fuego proveniente de la estufa y de repente empezó a caminar hacia la sala.
Por fin se dio cuenta de que todo era un caos, sabanas y cojines regados por el suelo, con botellas de alcohol por ahí totalmente vacías.
Se dispuso a poner las cobijas y cojines sobre el sofá, recoger las botellas para llevarlas a la cocina y poner el agua ya tibia en su sopa, la cual acabó en cuestión de segundos y dejó la caja vacía tirada junto a las demás.
Entró de nuevo a su cuarto, se dirigió al baño tratando de ignorar el desorden que lo rodeaba y tomó una ducha tratando de dejar su pesadez, sabía que tenía trabajo por hacer y lo había aplazado por mucho tiempo acumulándolo cada vez más, tenía grandes responsabilidades y no sería malo intentar volver a su cotidianidad para poder soltar la presión que lo agobiaba.
Se dio cuenta que su armario estaba casi vacío pero le quedaba algo para vestir. Uso un pantalón suelto, una camisa de vestir blanca, un gran abrigo, unas zapatillas oscuras y una bufanda del mismo tono, no arregló su cabello, solo pasó sus dedos por este sin tanta insistencia.
Tenía tristeza, pero debía seguir y era consciente de ello.
Tomó una sombrilla junto a su celular y salió de casa.
Decidió caminar y no llevar su auto para poder dejar que el helado aire fresco llenara sus pulmones. Caminó por casi por doce calles observando todo cubierto de nieve y el típico tráfico de la ciudad, los andenes estaban casi vacíos.
Se detuvo mientras esperaba que un semáforo le diera luz verde, entretuvo su vista en los autos pero inconscientemente desvió su mirada a la otra calle del frente, había un chico vestido negro que llamó su atención; su abrigo y su cabello estaba todo cubierto de nieve y llevaba lo que suponía que era una guitarra en su espalda, caminaba entre temblores y conectaron miradas de una manera fugaz. Tan rápido como un pequeño de destello a medianoche.