Capítulo 18

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Todos estaban en la fuente, a las 11. Que no es exactamente lo que dijeron pero no podían ser perfectos.

Los últimos en llegar fueron Manuel y Lolito que llegaron con sus melenas trenzadas de manera que no les estorbarían en el momento de luchar.

- Chiquis, tenéis todo preparado?

- Si, Samu. - Contestaron todos a coro.

- Espadas, armadura, pociones variadas, comida, agua, una tienda de campaña y algunas Ender pearls sería lo básico.

- Si lo tenemos. - Contestó negando con la cabeza Borja. - Aprendimos a prepararnos después de luchar tanto tiempo codo con codo.

- Vamos, no tenemos todo el día. - Dijo Luzu que estuvo callado desde que llegó.

El camino a la montaña debería ser tranquilo por lo tanto todos fueron bromeando y charlando, a excepción del alcalde que caminaba unos metro más adelante que todos.

Raúl miraba al Luzu de esta dimensión con pena, si a Borja le hubiera pasado algo similar... No sabría que hubiera pasado, bueno si, pero ese no es el punto.

Auron no tenía culpa. Entonces por qué Luzu se había vuelto así? Se negaba a pensar que su rayo de luz pudiera apagarse hasta ese punto.

O a lo mejor si podía, simplemente estaba tan enamorado de Borja que no lo concebía de otra manera. Fuera de las cavilaciones internas del psicólogo la conversación era cuanto menos, absurda.

- Te digo que la nariz de Elmo es roja. - Dijo Rubius.

- Como va a ser roja? Es naranja, oso tonto. - Refunfuñaba Mangel.

Y es que había dos lados en la pelea que se llevaba desarrollando durante 15 minutos del viaje: la nariz de Elmo era rojo y la nariz de Elmo es naranja.

- Por amor de Dios! Es naranja pensar un poco. - Dijo Vegetta.

Cuando otra persona iba a responder se escucharon una especie de silbidos mezclados con gruñidos, al ponerse en alerta escucharon aleteos.

Miraron al cielo para conseguir ver algo pero simplemente veían algunas nubes pasando.

Aún sin bajar las armas que rápidamente habían sacado, avanzaron. Pronto llegaron al pie de la montaña y fue el primer instante donde pudieron ver sus atacantes.

Eran una especie de pterodáctilo de un color azul oscuro, caían en picado y no parecían tener la intención de parar. Sus picos se veía desde la distancia que eran de metal y todos supieron que no había nada que pudieran hacer.

Los bichos cogían cada vez más velocidad hacia el suelo y ellos empezaron a correr por su vidas esperando encontrar alguna cueva en la montaña en la cual se pudieran ocultar.

Por fortuna cerca de donde estaban, una vez que entraron vigilaban la entrada pero parecía que las extrañas criaturas no se acercaban.

En el momento en el que la tensión paso se dieron cuenta que estaban en una cueva enorme que parecía un largo pasillo, con una mirada y una charla silenciosa entre ellos decidieron adentrarse.

No se sorprendieron excesivamente cuando vieron unas escaleras talladas en la piedra tan solo unos minutos después de empezar a avanzar.

La piedra que los rodeaba empezó a cambiar a medida que subían por las extensas escaladas caracol ahora era mármol. Además la pared estaba tallada con distintos símbolos.

El eco de los pasos retumbaba por todas la partes y ellos no veían el final de las escaleras.

- Chicos. - Dijo Fargan. - Me estoy empezando a agobiar, no estoy hecho para los espacios cerrados.

- Hmm... Confirmo. - Respondió David.

- Puedes darme la mano si quieres. - Le dijo Alex mientras le ofrecía la pequeña mano que David atrapó entre la suya.

- Gracias, me estáis diciendo solo en 50 idiomas. - Se quejó Fargan haciendo que todo el mundo, menos Luzu, soltaran una risa tensa. - Y encima sigo agobiado.

- Puedes cogerme la mano. - Le dijo Alexby, nadie lo sabía pero debajo de su casco estaba rojo como un tómate.

Fargan sonrió y la cogió la mano alegremente, seguía agobiado pero con Alexby a su lado. Para el era suficiente.

Cuando ya todos estaban ligeramente cansados las escaleras acabaron dejándolos en una amplia habitación.

Era enorme con una alfombra roja cubriendo todo el suelo y candelabros cayendo del techo. Al final del todo había un pedestal tallado en alguna clase de piedra preciosa de color turquesa encima de este había un frasco de cristal con algo en su interior.

Los héroes miraron a su alrededor esperando alguna trampa o a que alguien los atacará pero dada la calma de la estancia Raúl empezó a avanzar. Para sorpresa de todos un holograma se materializó delante de ellos.

Era una chica de largo pelo negro y ojos grandes y verdes. Tenía la piel pálida e iba vestida con un largo vestido negro de seda con un cinturón dorado ajustado en su cintura. A Raúl le recordó a Mónica, su mejor amiga, con color de ojos diferente.

- No va a ser tan fácil. Tendréis que superar pruebas, quién os creéis que son los dioses oscuros?

- No pasa nada, somos guerreros. Envíanos a un ejército sabemos que ganaremos.

- Yo también estoy segura de que lo lograríai. Por eso las pruebas no son físicas, son a nivel emocional.

» No suponer que los dioses oscuros conocen tus debilidades es bastante ingenuo de tu parte.

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Ya falta menos...

Besos,
Yo.

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