Capítulo 6: Barreras abajo

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―Es tu cuarta copa, ¿estás desquitando lo de esta noche?

Diane salió de su ensimismamiento. En el lugar donde había estado Marion, Andrew le sonreía.

―¿Desquitando?

―Con eso de que no nos acompañas esta noche, te tendrás que divertir de alguna forma, ¿no?

Diane se atrevió a devolverle la jugada, sintiéndose animada por las tres copas de champaña que había tomado ya desde que el calmado baile de recepción había comenzado.

―¿No te parece que me divierto ya?

―No como sé que te gustaría.

Sabía que no debía ceder, especialmente después de lo de las vacaciones. Pero las palabras ya empezaban a salirle tan fácil y ella tenía una fascinación por lo sencillo...

―Yo no hago nada que no me guste, Hargrave ―De repente le pareció divertidísima la forma en que desencajaba con su ropa casual en medio de esmoquines y vestidos elegantes.

―Es bueno saberlo, Diane ―sacó una mano de los bolsillos de su chaqueta y se la pasó por el cabello―. Pero es una lástima.

―¿El qué?

―Que no vayas a acompañarnos en la ciudad.

Diane rio, haciendo como que se lo pensaba.

―Eso es algo que no decido aún.

Andrew pareció más sorprendido de lo que esperaba. ¿De verdad daba por hecho que no iría? Sin duda. Se recordó que no debía bajar la guardia, y por más que la tentación de averiguar por su cuenta la invadía, se contuvo y espabiló para que no se le escapara nada tampoco.

―Me ofende que no te hayas decidido todavía.

―Buenas noches, Andrew.

Diane había aprendido con los años a disimular bastante el asco y la sorpresa. Aunque sabía que de nada serviría, no quería desconfiar tan rápido de su padre que se había acercado en el momento más inoportuno, acompañado de Gabriel Gautier y el profesor Rhodes.

Andrew se giró, adoptando de nuevo su aire despreocupado.

―Buenas noches, herr profesor ―le saludó con una inclinación de cabeza―. Lamento la pinta que tengo esta noche, pero no me ha dado tiempo de cambiarme y he venido directo de la enfermería.

―Deberías estar descansando, muchacho ―le reprendió Warren Grünewald, con un gesto altivo que no dejaba de sonar de verdad preocupado.

―Qué va, señor director, he estado dormido ya por un par de horas, me hacía falta algo de distracción, estirar las piernas...

―Sí, seguro que sí ―le interrumpió su padre y con la mano que no estaba sosteniendo una copa de vino le presentó a su acompañante, más por cortesía que por amabilidad―. Me imagino que conocías al hijo de los Hargrave, Gabriel. Andrew, este es el señor Gabriel J. Gautier, benefactor del internado al igual que tus padres.

―No tenía el gusto, mesiere Gautier ―se adelantó Andrew, estirando la mano en un cordial apretón que el padre de Marion devolvió, afable―. Aunque mis padres sin duda me han hablado de usted.

―Espero que de manera justa ―Diane sonrió divertida, al tiempo que veía a Marion regresar por fin del tocador. Solo le dirigió una mirada a Andrew antes de verla a ella con unos ojos inquisitivos.

―Padre, profesor Rhodes, director Grünewald ―saludó Marion con una inclinación de cabeza―. Disculpen que interrumpa su plática.

―No interrumpes nada, Marion ―dijo Warren en un tono cálido, antes de volverse hacia Andrew―. ¿Te autorizó la doctora para salir?

In The Room Where You SleepDonde viven las historias. Descúbrelo ahora