treinta y cuatro

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narrador

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Cersei abrió los ojos de manera brusca, chocando su mirada con una verdosa cargada de burla.

— Vaya, hasta que despiertas. — Habló Meliodas, alejando su rostro del de ella.

La pelirroja parpadeó un par de veces acostumbrándose a la luz del sol. Se sentó en la cama y empezó a estirar sus músculos. Siendo observada de cerca por el dragón de la ira.

— ¿Qué tan tarde es? — Preguntó ya más despierta, dándose cuenta del nulo movimiento de la taberna. — No nos estamos moviendo.

— Así es, al parecer no podremos irnos todavía, Elizabeth dice que abra una ceremonia para nosotros.

— ¿Qué, en serio?

— Sip, y por cierto ya es tarde, quise despertarte antes pero King me sacó de aquí antes de intentarlo. No sé lo digas pero creo que te consiente mucho, a este paso serás igual de perezosa que él. — Comentó de forma "sería".

La quimera sonrió desde su lugar rodando los ojos. Pateando juguetonamente al de menor estatura.

— Bueno, ya va. Dejaré de holgazanear. — Cantó levantándose y encontrándose en una bata blanca.

Extrañada volteó hacia el rubio con una ceja alzada, este en respuesta optó por alzar los hombros y señalar dos mudas de ropa dejadas en la orilla de la cama.

— Rey ruco las hizo para ti. — Dijo sin más, saliendo después de decirlo.

Cersei sintió las mejillas calientes y el corazón latiendole suavemente, ante el gesto.

Con calma y cariño observó los atuendos notando sus detalles y colores para después tomar ambos y meterse al cuarto de baño.

Notó al entrar que había una tina con agua tibia, jabones de distintos aromas, aceites y fragancias para el agua. Además de esponjas y toallas para elegir. Cersei sonrió notando lo bien preparada que estaba la habitación.

Y no evitó pensar que tal vez Meliodas tenía razón, King la consentía mucho.

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Una hora después, tal vez menos, la quimera se encontraba perfectamente arreglada y con en su forma elfica. Con el cabello oliendo a cereza y el cuerpo a fresas y frambuesas.

Su cabello estaba suelto y peinado de manera que algunas ondas quedarán en la parte de abajo. Y el traje que su prometido había creado para ella se ajustaba perfectamente a su cuerpo, sin llegarla a incomodar.

King entró en el momento justo en que terminó de amarrar el corset. Sonrió involuntariamente cuando su amada pelirroja corrió a él para abrazarlo y dejar un pico en sus labios.

Qᴜɪᴍᴇʀᴀ ▸ ᴋɪɴɢ «ɴᴀɴᴀᴛꜱᴜ ɴᴏ ᴛᴀɪᴢᴀɪ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora