treinta y ocho

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narrador

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Cersei suspira suavemente al sentir el movimiento de caderas de su esposo. Sabe que no es el mejor lugar para estar haciendo esto, pero tomando en cuenta que casi nunca se encuentran completamente a solas y sus hormonas están al mil por hora, ¿por qué no?

Recarga su peso un poco más en King y esconde su rostro en el cuello del castaño, de vez en cuando suelta gemidos muy suavemente, todo lo contrario a su amado que gime y gruñe un poco más alto.

¿Cómo llegaron a eso? Bueno, digamos que la posición principal en la que estaban de una u otra forma hizo su efecto y al estar besándose las hormonas de los dos reyes se alteraron.

Los besos se hicieron más salvajes y las manos más traviesas. Y de un momento a otro ya estaban intimando suavemente. Era un tipo de desestresante para ambos amantes que se encontraban en extremo sensible.

Ni siquiera se habían quitado la ropa, el vestido de Cersei (que no hace mucho había cambiado a su forma de ninfa) les daba total libertad.

El rey hada jadeó nuevamente al mover su pelvis de diferente manera, metiendo su miembro algo más lento, pero al mismo tiempo más fuerte. Cersei que se encontraba abrazando los hombros de su esposo gimoteo.

— King... — Susurro cerrando sus ojos y moviendo las caderas.

El castaño apretó con una mano la cadera de su amada antes de subir la otra al pecho de la quimera y apretarlo, fue algo brusco, pero no llego a hacerle daño.

La fricción de ambos amantes se intensificó, las embestidas se volvieron entrecortadas mientras la peliblanca clavaba sus uñas en la ropa del mayor, llegando al clímax.

King abrazó el cuerpo cansado de Cersei sin dejar de penetrar, solo para segundos después correrse él también.

Un suspiro salió del ojinaranja antes de volver a recostarse sobre el árbol. Sus cejas antes fruncidas se relajaron mientras acariciaban la espalda de la menor.

Cersei se removió para que su esposo pudiera salir de ella, lo cual no tardo en hacer. Con mucha vergüenza se dio cuenta del líquido semitransparente que escurría por sus piernas.

— ¿T-te hice daño? — Preguntó el castaño con voz entrecortada. Reconocía que a pesar de intentar ir suave había momentos en los cuales eso se le olvidaba.

Ella negó dócilmente y se sonrojó cuando King empezó a limpiar el líquido de sus piernas, solo para después acomodar nerviosamente su ropa interior.

Cuando el pecado de la pereza terminó, alzó la vista a la peliblanca. Esta lo veía curiosa y de manera cohibida, así que para molestarla solo un poco volvió a posar sus manos en sus caderas, dándoles un apretón juguetón.

— No me digas que quieres volver a hacerlo. — Comentó sonriendo de lado.

La quimera enrojeció rápidamente, dando un respingo.

— Eres un idiota. — Susurro avergonzada.

El rey hada rio ansioso y se acercó para besar los bonitos labios fresa de la ojiazul.

Sin embargo, Cersei volteó el rostro algo ofendida. King formó un puchero con sus labios.

— ¿Perdón? — Murmuro besando la mejilla de su amada, para luego seguir besando su mandíbula y cuello.

Qᴜɪᴍᴇʀᴀ ▸ ᴋɪɴɢ «ɴᴀɴᴀᴛꜱᴜ ɴᴏ ᴛᴀɪᴢᴀɪ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora