La despedida
Con ayuda de su nana, Juliem logró escabullirse durante la mañana del sábado. Llegó a toda prisa a la pradera, esperando encontrar a Demian. Fue imposible, no lograba verlo entre tanta gente. Ese día, el tren, trajo varios pasajeros y se llevaría a muchos que deseaban migrar a la ciudad.
Ella intentó abrirse paso entre la muchedumbre. No pudo avanzar. Las miradas de odio y algunos insultos hicieron que retrocediera. Si antes le tenían miedo, ahora parecían aborrecerle.
—¡¿Qué haces aquí monstruo?! —oía de unas señoras con abanico —¡Largo! —sacudieron su accesorio a modo de amenaza.
—No queremos que ocasiones una tragedia —dijeron algunos hombres y recogieron piedras del camino.
Si ella no se iba, toda esa gente se lanzaría contra Juliem ¿Qué podía hacer la muchacha contra los adultos locos? Corrió sin detenerse hasta el otro extremo de la vía. Solo allí podía estar lejos de Grinter, porque desde ese punto comenzaba los terrenos del otro pueblo.
Se escondió en la sombra de unos sauces rojos como fuego vivo. Estaba a salvo, sus verdugos no irían tras ella, perseguirla sería perjudicial para ellos. Pero aún así, siguió escuchando sus voces, protestaban, la maldecían y entre tanto desorden oía rezos también.
Juliem se tapo los oídos y se sentó debajo de los árboles. Finalmente cesó el ruido. Lloró amargamente y por primera vez tuvo miedo de su desdicha.
—Te esperé por mucho —Demian la sorprendió —pero llegaste a tiempo. —le sonrió, seco sus lágrimas con su pañuelo y la ayudó a levantarse para abrazarla.
El llanto de Juliem comenzó nuevamente, pero está vez de alegría, lo único bueno en su vida, su gran amor aparecía para iluminar la penumbra que la rodeaba.
El muchacho había conseguido escurrirse de sus padres, gracias al alboroto. Mientras todos insistían en perseguir con la mirada a la “desdichada”, Demian tomó el atajo por medio de los pinos. Nadie lo vio, pero ahora lo estaban buscando.Cuando llamaron por su nombre la voz de la madre, sonó más desesperada, está era la primera vez que demostraba su afecto hacia él.
—¿Quieres ser mi novia? —preguntó Demian, antes de que la búsqueda tras él se intensificará.
Ella no respondió, pero su silencio fue un rotundo sí.
—Tengo que irme, el tren me dejará. Prometo que cuando vuelva nos casaremos y defenderé nuestro amor —prometió y la besó por segunda vez, estremeciendo a la muchacha hasta las hebras de su cabello.
Cuando el tren partió, Juliem se arrepintió de no irse con Demian, pero el miedo al látigo de Marga la hizo desistir. Se conformo con haber logrado despedirse y supo que tenía ser fuerte pues la espera sería muy larga.
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Poseída por Juliem
Short StoryDicen que cada pueblo encarna su propia leyenda. En Grinter, un lugar detenido en el tiempo, encontrabas un arcoíris de historias, muchas de ellas oscuras y unas cuantas grises. Dos de ellas hablaban de maldiciones, una era cierta y recaía en Juliem...