Carmie
Desde muy pequeña, Carmie se mostraba con una personalidad dulce, alegre y sociable; muy pocos se negaban a su amistad. Amaba tomar siestas en la hamaca que había colgado por medio de dos sauces en el patio del convento. Recostaba allí, disfrutaba de las bizarras formas de las nubes en el cielo.
Las religiosas encargadas de su cuidado, eran muy permisivas con ella, porque el padre Sebastián les había contado la increíble historia de que era hija de una prima lejana y por voluntad de Dios llegó a sus manos cuando quedó huérfana. Como un cura no miente, pues es pecado, creyeron en él sin cuestionar. El único momento cuando se mostraban exigentes con Carmie, ocurría durante las horas de los rezos, la catequesis y los almuerzos; tiempo en el que ninguno de los niños, tenía permitido hacer ruido.
A pesar de su orfandad, la muchacha creció feliz gracias al cariño de las monjas, el afecto de los tantos niños del orfanato y las atenciones del cura Sebastián, quién la visitaba dos veces por semana.
Cuando Carmie cumplió los quince años, las facciones que heredó de su madre se acentuaron con mayor claridad. Era prácticamente el clon de Juliem, sino fuera por lo ojos verdes y el cabello negro, exactamente igual al de su padre. Con la nueva edad, Carmie no solo cambió físicamente, sino que una extraña enfermedad apareció en su vida. Durante una noche entera, deliró a causa de la elevada fiebre que la castigó sin compasión.
La madre superiora mandó llamar a Demian, el mejor médico del pueblo. El hombre de treinta y seis años, acudió a toda prisa y cuando vio a la muchacha, ella dejó de forma repentina su estado febril y le sonrió como si lo conociera; como si hubiera esperado mucho tiempo por él.
El médico quedó deslumbrado con la belleza de Carmie; ella le recordó a su primer amor.
—¿Juliem? —preguntó confuso, cuando los ojos verdes de la muchacha tomaron una tonalidad oscura y dieron la sensación de ser negros.
Ella no respondió, solo sonreía y cuando Demian se acercó a contemplarla de más cerca, el alma de Juliem dentro del cuerpo de Carmie lo tomó por el cuello y lo besó apasionadamente.
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Poseída por Juliem
Short StoryDicen que cada pueblo encarna su propia leyenda. En Grinter, un lugar detenido en el tiempo, encontrabas un arcoíris de historias, muchas de ellas oscuras y unas cuantas grises. Dos de ellas hablaban de maldiciones, una era cierta y recaía en Juliem...