SEIS: Celestina

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Celestina

¡Terrible!

Marga  decidió no salir más de casa. Lo cuál significaba que Juliem debía encerrarse en su cuarto y ya no podía ver a Demian, lo peor, estaba próximo la partida de su amigo, él se iría de Grinter.

Demian le manifestó, en una de sus tantas pláticas, su deseo por convertirse en un gran médico. Necesitaba, entonces, ir a la ciudad y ella aceptó el hecho con pena y alegría. Pena por ella misma, porque se había apegado tanto al muchacho y alegría por él, porque cumpliría su anhelado sueño.

Encerrada en la habitación, buscaba forma de salir sin ser vista. Ese día no podría, Marga la sorprendió diciendo que sabía lo que estaba haciendo y la encerró con cerrojo.  La muchacha gritó, hasta quedar ronca y golpeó la puerta hasta que sus nudillos sangren, su tía no la escuchó, corrección, la oía y no le importaba los berrinches del “huracán” que tenía por sobrina.

Encerrada por dos semanas, la puerta solo se abría cuando la ama de llaves, Celestina, le traía de comer. Era en vano, ella se resistía probar bocado y al bajar tanto de peso, podría decirse que ahora sí cumplía con la falsa imagen que inventaban de ella los Grinterianos.

—¡Tienes que comer! —ordenó Celestina con el seño fruncido.
La desidia de la ama de llaves, a veces era real y otras veces no. Celestina fingía desinterés y desamor por la muchacha. No obstante, fue la única que no feneció cuando cuidó  de la bebé Juliem, así que le tenía cierto cariño, pero era mejor no demostrarlo, porque al igual que el resto también tenía miedo de la maldición Trenor.

—No tengo hambre —se negó a recibir el plato.

—Come, sino Demian se asustará de ti —bajo su tono ácido inicial y lo endulzó un poco.

Poseída por JuliemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora