✅Capítulo 9. Ya no somos extraños.

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Sora sintió que su cuerpo de algún modo estaba entumecido. Lentamente abrió los ojos, la luz le molestaba, parpadeando varias veces para acostumbrarse. La molesta luz eran los rayos del sol que entraban por la ventana, estaba recostado en una camilla, la habitación era blanca y la reconoció como la enfermería de la universidad.

-Hum... ¿Que paso?- preguntó para si mismo en voz baja, sentándose con dificultad y agarrándose la cabeza.

Le dolía a horrores y tenía recuerdos vagos. Solo recordaba que estaba en la práctica del auditorio, buscando a un chico para que le devolviera su lápiz y luego.... luego...
Se frotó la cabeza otra vez cuando no podía recordar lo que pasó después. Miró a su alrededor, notando que estaba completamente solo. Suspiro, y antes de sentarse, vió la hora de su celular. Ya era tarde, probablemente Roxas lo estaría buscando.

Iba a marcar el numero de teléfono de su Amigo, pero el repentino golpe en la puerta lo hizo sobresaltar.

-¿Puedo entrar? - La voz de un hombre se escuchó del otro lado. Familiar de algún modo.

-Ah.. si. Claro. -Respondió Sora rápidamente.

La puerta se abrió y Sora se tensó cuando un joven alto y de cabello plateado abrió la puerta, cerrándola detrás de él con la espalda y ambas manos. Se quedaron mirando unos segundos sin moverse, sin decir nada.

¡Era el chico que estaba buscando desde un inicio!

-Humm... vine a ver, como estabas.- Su voz sonaba nerviosa y algo forzada. -Mis compañeros me dijeron que me buscabas.

-Estoy bien, algo mareado.- Respondió.- ¿Que fue lo que pasó?

-Te desmayaste. Estaba iniciando con mi práctica y una estudiante gritó por ayuda cuando te desvaneciste.

-¡Oh! ¡¿Arruiné tu presentación?!- Sora dejó salir un jadeo, llevándose las manos a la cara por la vergüenza. -¡No puedo creerlo! ¡Lo siento mucho!

El chico negó con la cabeza y se acercó para sentarse en una silla cerca de un escritorio.

-No te preocupes, solo era una práctica. Lo importante es que estas vivo. -El forzó una sonrisa, causándole algo de gracias al moreno por su sonrisa torcida, parecía igual de nervioso que él.- Ya hay rumores de que encontraron un cadáver en el auditorio.

-¿Que? ¿Enserio?- Sora dejó salir una fuerte risa, y los ojos del chico se abrieron con impresión. Una reacción extraña viniendo solo de una risa cualquiera. -Soy Sora. De nuevo, lamento arruinar tu práctica.

El mayor pareció analizar lo que acababa de escuchar, incluso pareció atragantarse con su propia saliva.

-Y-Yo... soy Riku.- Tartamudeo. - ¿Por que me buscabas?

-¡Oh! Eso... - Sora sonrío nuevamente, estaba vez con simpatía. Parecía que el chico frente a él no estaba acostumbrado a tener conversaciones con gente que no conocía, por lo que intento calmar las cosas con una voz mas suave.- Tu amiga Kairi me dijo que habías encontrado algo que me pertenece.

-¿Kairi...?- La expresión de Riku se arrugó, casi como si hubiera escuchado el nombre del mismísimo demonio, llevándose la mano a la cara.

Ahora lo entendía todo.

-Si, hace unas semanas, dejaste caer tu lápiz cuando chocamos en el pasillo del segundo piso.- Riku se llevó la mano a su bolsillo y allí estaba, el famoso lápiz, el causante de todo esto. -Lo utilice hace unas horas para escribir una composición, perdona. Te compraré uno nuevo.

Sora tomó el lápiz y vio que estaba mas gastado de lo que recordaba, pero rápidamente negó con la cabeza.

-No, no. No te preocupes, este lápiz es muy suave y sirve mucho para esas cosas.- Sora sorpresivamente tomó la mano de Riku y le colocó el lápiz nuevamente sobre la palma de la mano.- Si te agrada, puedes conservarlo. Tengo otro de repuesto.

El arte de Amar [Soriku] OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora