tear

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Un suave olor a vainilla entró a sus fosas nasales. Se movió levemente, alzando su cabeza con lentitud, sintiéndose desorientado debido al sueño que adormecía sus sentidos, buscando de dónde provenía aquel delicioso olor que reinaba en toda la habitación. Extendió sus brazos, estirándose a pesar del dolor en sus extremidades.

¿Dónde estaba?, ¿por qué sentía algo extremadamente cómodo y suave debajo de él?.

Llevó las manos a sus casi inexistentes mejillas, buscando despertarse por completo del sueño que parecía no tener final para él. Luego, bostezó, enderezándose en lo que supuso era una cama.

¿Dónde estaba?.

Trató de mirar a través de la poca oscuridad que inundaba el cuarto en dónde se encontraba. Era pequeño y cómodo. Pensó que tal vez estaba en un motel, pero, ¿cómo había llegado ahí si así fuese?. Lo último que recordaba era como la lluvia caía sobre su cuerpo, el dolor y los despiadados ojos de aquel hombre mirándolo sin pudor alguno. Sus secas palabras, luego vino la inconsciencia.

Se sintió extraño.

— ¡Rayos!. —jaló levemente su frondoso cabello, notando también el hecho de estar completamente seco. Sintió vergüenza al pensar que alguien lo había visto desnudo, ya que la ropa que tenía no era suya. No tenía huecos ni suciedad por todos lados.

Tomó las sábanas que cubrían su pequeño y frágil cuerpo, tratando de levantarse, sin embargo, al tocar el frío suelo, sus piernas no pudieron con su peso, cayendo, provocando un ruido seco. Jadeó ante el leve dolor que sintió ante el brusco movimiento, suspirando.

En ese instante, la puerta fue abierta. El chico miró al hombre que estaba en sus recuerdos. Abrió en grande sus ojos, no esperando para nada verlo justo ahí, con una camisa mucho más grande que él, cubriendo sus pálidos muslos. Tal vez, si estuviese en otra situación, se habría sonrojado debido a la piel descubierta de aquel hombre, tal vez diría que se veía tierno, pero la intensa mirada llena de indiferencia lo intimidó, encogiéndose inconscientemente mientras qué sus ojos empezaban a aguarse — Te ves patético. —dijo directamente, con un tono de voz bajo y ronco. — Jodidamente patético, como un puto perro desnutrido a punto de morir.

Aquel hombre se preguntó por qué lo comparaba tanto con un perro.

— levántate y vete a tu maldita casa.

Alzó una ceja al escuchar los sollozos de aquel chico, el cuál lloraba cada vez más fuerte, estremeciéndose en el frío suelo. Pero no de manera normal, se sacudía de una forma extraña. No parecía ser por el llanto. ¿Tal vez fue debido a sus crudas palabras?.

El hombre dió un paso hacía él, mirando como aquel chico retrocedía, poniéndose de rodillas, pegando su frente en el suelo, empezando a decir palabras entre susurros. Se escuchaba temeroso, o no, realmente estaba aterrado. Temblaba agresivamente mientras lloraba.

¿Qué mierda le estaba pasando?.

— ¿Qué-

— ¡Cállate!, ¡por favor!. —su voz se escucho temblorosa e inestable. — Diles que paren, por favor, por favor. Me duele, me duele mucho, sálvame, sálvame, por favor.

El pálido lo miró sin saber que hacer. ¿Por qué decía tantas incoherencias?, ¿qué estaba mal con él?.

Dió otro paso.

El chico alzó su mirada hacía él.

Sintió un escalofrío al ver el terror en su mirada, como si estuviese viendo a un monstruo.

Tal vez si lo hacía.

— ¡No quiero ser castigado!, ¡ten piedad!, ¡no volveré a hacerlo de nuevo, padre!. —miró al pálido, retrocediendo lo más que pudo hasta chocar con una pared. — ¡No volveré a desafiarte!, solo... no me quites esto, por favor.

Tenía miedo.

No, no, no, no.

¿Qué debía hacer?, ¿tenía que ayudarlo a salir de su trance como la aquella vez?. El hombre sintió otro escalofrío, respirando profundo.

Caminó hacía él.

— ¡Cállate de una puta vez!.

Se detuvo.

Sin embargo, un grito aturdió sus oídos.

Another | yoonseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora