the angel without wings

104 6 10
                                    


La abrumadora oscuridad cayó sobre ellos, sumergiéndolos en un mar asfixiante y oscuro. Lo miró a los ojos, retándolo con la mirada. Todo daba vueltas, todo estaba de rodillas ante él, en aquel silencio absoluto que ninguno fue capaz de romper. Tal vez justo en ese momento entendieron el grave error que cometieron al ceder, siendo envueltos por ella sin piedad alguna, como si fuesen parte de ella.

Eran tan diferentes, pero tan iguales a la vez. Ellos estaban conectados por esa espesa oscuridad en la que estaban sumergidos.

¿Qué era ese brillo tan cegador que bailaba delante suyo?.

¿Quiénes eran ellos?, ¿lo recordaban?.

No podían pensar en nada, ya que estaban siendo absorbidos sin estar conscientes de lo que realmente pasaba a su alrededor.

Él trató de salir de aquella asfixiante oscuridad una última vez, moviéndose con desesperación, tratando de encontrar una salida. Estaba cansado de vivir escondido, no quería verla nunca más. Tenía miedo, su mirada le aterraba más que cualquier cosa. Sentía como si su corazón estuviese siendo arrancado sin piedad, como si el suelo realmente no estuviese ahí, como si estuviese cayendo en aquella oscuridad repleta de torturosas pesadillas y recuerdos amargos. Aquello que lo desterraba, que lo volvía loco, malo, aterrador, horripilante; que lo convertía en un monstruo.

Él no quería verse a si mismo en aquella oscuridad.

Movió sus brazos con desesperación, deseando tomar o tocar algo que le dejara en claro que aún no había caído en el vacío. Él quería ser salvado, no quería volver a caer, odiaba estar ahí, odiaba tanto sentir como todo de él quemaba tan intensamente en aquellas llamas que decían perdonar sus pecados.

Estaba cayendo.

Y gritó, sintiendo como su garganta ardía ante su grito feroz cargado de sufrimiento, como si todo de él quemara. Sintió como todo se le estaba siendo desgarrado. Tenía miedo de no poder volar con sus hermosas alas una vez más.

Se removió bruscamente, sintiendo cadenas en sus extremidades, retorciéndose mientras gritaba por el dolor que sentía, pidiendo clemencia y perdón entre sus gritos cargados de dolor y culpa, llevando sus manos a su rostro el cuál quemaba, buscando sentir alivio, sin embargo, quemaba tan fuerte, de una forma tan dolorosa que desearía poder arrancarse la piel de un tirón para dejar de sentir dolor.

Estaba ardiendo en aquellas despiadadas llamas que consumían cada parte de él, volviéndolo loco de una forma torturosa.

No fue consciente de las lágrimas que recorrieron sus mejillas, siendo cegado por el dolor.

Estaba siendo castigado.

¿Por qué me castigas de esta manera cuando me prometiste una vida llena de lujos y prosperidad?, ¿por qué me castigas de esta manera cuando solo quería un bien para nuestro pueblo?, ¿por qué, padre?, ¿qué hice mal para merecer tales atrocidades?.

Yo solo quería amar y ser amado, solo quería que pudiesen experimentar lo hermoso que es amar. Me gritaste que amar está mal, que solo trae tristeza y desgracias. ¿Realmente eres tan misericordioso como dicen, padre?, ¿te aterra ser expuesto por tu propio hijo?.

Si así es vivir en aquel hermoso jardín lleno de frutos y prosperidad, prefiero morir en las manos del pecado antes de volver a creer en ti, padre.

Sintió como aquellas hermosas alas que tanto tuvo miedo de perder, fueron arrancadas. Su sangre estaba hirviendo, y se convirtió en una tortura la forma en la que recorrió su delgada espalda, con una lentitud que le arrebataba su cordura.

Ardió una vez más en las llamas, sus gritos y lamentos disolviéndose, mientras que el ardor y el dolor se intensificaban por cada segundo que pasaba en aquella desgarradora tortura que merecía.

Todo había sido su culpa.

Estaba cayendo tan profundo en aquello que siempre temió que no notó cuando unas frías manos tocaron su cuerpo.

Su cuerpo, antes ardiendo, pudo sentir alivio al tener contacto con aquella mano tan fría como una tarde nevada y lluviosa.

Y su voz.

Su voz.

— ¡Reacciona!, ¡reacciona, maldita sea!.

Era suave, pero grave al mismo tiempo.

Tuvo miedo de abrir los ojos, de encontrarse de nuevo con la oscuridad que lo envolvía.

Pero los abrió.

Y unos lindos ojos lo recibieron, siendo la personificación del pecado, pero al mismo tiempo de la salvación de aquellas llamas, su salvación.

— ¿Estás loco?, ¿qué mierda te pasa?.

Se escuchaba tan chocante, tan brusco, pero no le importó, simplemente lo miró, aquellos lindos ojos felinos que lo salvaron de la oscuridad en la que estaba. Y sin pensarlo, se aferró a él como si fuese lo último que haría, sintiendo aquel contacto familiar y dulce como un suave algodón de azúcar.

Pensó que sería su brillo en toda aquella oscuridad.

Pero realmente, él era una parte de aquella oscuridad y el brillo solo era una mentira que quiso creer para sentirse vivo.

Another | yoonseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora