demon

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Lagrimas caían por su ardiente rostro sin expresión. Ellas ardían, dolían tan intensamente que era un cruel castigo tragarse los gritos y el dolor. No podía mostrarse débil o vulnerable a pesar de que estaba en una situación dolorosamente vulnerable, tenía que ser un hombre fuerte que sea capaz de afrontar las consecuencias de sus actos.

¡¿Por qué estabas ahí de nuevo?!, querías esto, ¿no?, ser castigado.

Negó efusivamente, mirando el sucio suelo lleno de sus lágrimas, gritando al sentir de nuevo como el grueso látigo dejaba otra marca en su espalda llena de cicatrices abiertas. Dolía tanto que no podía retener sus gritos cada vez que sentía como el látigo azotaba su espalda llena de sangre y marcas provocadas esa misma noche. No era la primera vez y dudaba que fuera la última.

S-solo q-quería... sus sollozos involuntarios y espasmos no le dejaban hablar con claridad. Solo pudo gritar al sentir el dolor cegarle la vista de nuevo. El feroz grito del demonio a su lado le dió escalofríos, temblando aún más que antes, llorando en completo silencio con la cabeza gacha, siéndose incapaz de verlo.

¡¿Querías qué?!, ¡¿revolcarte con un asqueroso ángel?!. ¡Te he dicho miles de veces que los ángeles son asquerosos y obsesivos y además están prohibidos!, ¡¿por qué mierda quieres acercarte a uno!?, ¡¿eh?!. quiso morir al darse cuenta de su error. Había colmado su corta paciencia, lo había desafiado, con aquellas palabras llenas de dolor y súplica. Quiso morir al sentir latigazo tras latigazo, sintiéndose desvanecer ante el dolor cegador que lo abrumó, solo fue capaz de escuchar el chasquido del látigo atravesando su espalda. Quiso morir, pero no podía, como no podía detener sus lágrimas ni fuertes sollozos acompañados de gritos que fueron imposibles de retener para aquel sucio demonio de rodillas.

Déjame ver tus alas.

No, no, no, por favor.

Alzó su cabeza por primera vez en toda la noche, mirando al demonio delante de él. Sus grandes y gruesos cuernos lo intimidaron. Estaban ardiendo, dejándole ver lo furioso que estaba. Tenía miedo, pero a pesar de eso, negó, temblando efusivamente con lágrimas recorriendo sus mejillas.

Señor... por favor, no lo haga, s-se lo suplico.

¡Hazlo o tu castigo será peor!.

Por favor.

¡Ahora!.

Sus grandes y oscuras alas brotaron de su espalda, gritó del dolor debido a su espalda lastimada. Respiro apresurado, encogiéndose con terror al notar como el demonio buscaba entre sus herramientas algo que desconocía, pero que veía venir.

Detente.

No pudo pensar, tampoco reaccionar ante el dolor tan punzante y cegador que invadió todos sus sentidos. No pudo escuchar nada, solo un molesto pitido en sus oídos. La risa del demonio mientras atravesaba sus hermosas alas nacientes de la oscuridad le provocó asco, repulsión.

Sus lágrimas antes puras, se volvieron tan oscuras que podían compararse con la oscuridad de un vacío sin fin.

Pero valió la pena, ¿no?, porque pudo conocer al ángel que tanto había estado buscando durante años. Aquel lindo chico de ojos brillosos, sonrisa radiante y grandes alas blancas.

Aunque, realmente ya lo conocía, solo estaba esperando que él lo conociera a él.










¿Por qué no tienes alas?, he leído que los demonios también las tienen, pero tú no.

Miró al lindo ángel a su lado, sintiendo como sus ojos picaban debido a las lágrimas acumuladas en ellos. Agradecía que aquel chico estuviese dándole la espalda, ya que no podría ver como sus lágrimas recorrían sus mejillas.

Quisiera saberlo también, no recuerdo el porqué —respondió, tragándose sus sollozos mientras acariciaba las suaves alas del chico frente a él, escuchando su leve risa juguetona ante sus caricias.

Él era un demonio, uno mentiroso y sucio.








—¡Hey!, ¡reacciona!. —las lágrimas recorrían sus mejillas, llevándolo a tener espasmos en todo su cuerpo. No podía pensar en nada más que el pálido temblando en sus brazos, mirando algún punto incierto mientras murmuraba cosas incoherentes. Quería jalarse el cabello y pensar que esto no estaba pasando, que aquel hombre estaba completanente bien y que esta solo era una cruel broma de su parte. Solo quería que saliera una vez más de su trance y se riera en su cara o que lo mirara indiferente como había sido al principio.

Quería que regresara, tenía miedo de verlo así, tan vulnerable y inconsciente. No debía de mostrarse débil delante suya, él debía de ser un hijo de puta como siempre. ¿Por qué ya no lo era?, ¿por qué esta no era la primera vez que lo sostenía en sus brazos como si fuese alguien débil?.

Se sentía fuera de sí, sollozando completamente frustrando sin saber qué hacer, tocando su cuerpo bañado en sudor para hacerlo reaccionar o palmeando sus mejillas con delicadeza. Estaba entrando en pánico, respirando aceleradamente. ¿Por qué?, ¿por qué no reaccionaba?, ¿qué estaba mal con él?.

— S-soy y-yoongi, Hoseok.

Abrió en grande sus ojos al notar como las manos del pálido se posaban sobre la suya, quedándose completamente estático al escuchar sus débiles palabras. Aún seguía temblando, tanto que le dolía internamente. Sus manos estaban ardiendo al igual que todo su cuerpo sudoroso. Tuvo que aguantar sus lágrimas al posar su mirada en el del pálido, el cuál lo miraba impasible con una muy leve sonrisa en sus finos labios que se encontraban sin el color natural que los caracterizaba.

Su mirada estaba llena de brillo y vida, uno que no había visto antes en ella. A pesar del dolor y la triteza plasmada en ellos, sus lindos ojos brillaron más que nunca.

Fue un susurro, pero para aquel chico de mirada cristalina fueron aquellas palabras las cuales quebraron por completo su cordura.

— ¿N-no me r-recuerdas, hobi?.

A pesar que debía ser fuerte, rompió en llanto, sollozando en el pecho del pálido, sintiendo como las suaves y temblorosas manos del hombre acariciaban su espalda con lentitud.

Quiso morir en ese mismo instante, ya que por mucho que quisiera no podría recordarlo.

Era una tortura, una que había atravesado su corazón con una estaca de metal, buscando herirlo desde lo más profundo de su interior.







Another | yoonseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora