silence

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El silencio reinó en toda la casa. El pálido se había quedado sin palabras, analizando el rostro del moreno con lágrimas acumuladas en sus ojos. Acababa de darse cuenta de la terrible cercanía entre ellos. Sentir la calidez del cuerpo del moreno directamente en su cuerpo le ponía los vellos de punta. Su piel era suave y cálida, le traía sensaciones peligrosas. No, podía sentir nada, tenía que ignorar los frenéticos latidos de su corazón a punto de explotar.

Quiso maldecir, mandarlo a la mierda como siempre había hecho, pero no lo hizo, o realmente no pudo. Estaba empezando a odiar ese maldito sentimiento que crecía dentro de su pecho cada vez que quería herirlo.

— Tengo miedo de no ser fuerte de nuevo para ti.

Las lágrimas lograron recorrer sus mejillas, no teniendo fin desde la primera lágrima. El corazón del pálido se encogió, se sintió terrible, como la peor mierda del mundo por provocar su llanto una vez más. Estaba cansado de preguntarse por qué se sentía de esa manera, estaba cansado de sentirse culpable de las lágrimas del moreno, estaba cansado de mirarlo y sentir una cálida sensación en su corazón sin razón. Quería dejar de sentirse tan bien alrededor de aquel chico que no conocía para nada.

No titubeó en levantarse, sacudiéndose instintivamente por el escalofrío que azotó su cuerpo debido al cambio de temperatura al alejarse del cálido cuerpo de aquel chico. Quiso gritarle, decirle cosas que apagaran el brillo de sus lindos ojos por completo aunque se lastime si mismo haciéndolo. Echarlo de su casa para no verlo nunca más. Sí, sonaba como una buena idea, lastima que no podía llevarla a cabo.

Basta, basta, basta, ¡basta!.

Un dolor punzante se clavó alrededor de su cabeza como gruesos clavos buscando herirlo. Cayó de rodillas a la primera punzada de dolor. Abrió su boca sin decir palabra, llevando sus manos a su cabeza, cerrando sus ojos al sentir como las lágrimas amenazaban con salir de los mismos debido al dolor tan cegador que estaba sintiendo.

El moreno al verlo caer de nuevo delante de él, quiso gritarle que era un maldito cobarde por mostrarse tan débil delante suya. ¡Él era el hijo de puta!, ¡no era el débil!.

A pesar de sentir una opresión en su pecho, se levantó, mirando al pálido retorcerse del dolor en el suelo. Dió tres pasos que contó con exactitud como un impulso para calmar la ansiedad que crecía dentro de su pecho, sin poder apartar la mirada de él. Se sintió extraño, como si todo este tiempo estuvo siendo algo que no era realmente, pero que muy en el fondo era. No supo explicar con exactitud qué sentía, pero no le gustaba.

Alzó su brazo sin pensarlo, tomando el cabello del pálido de forma brusca, sin importar lastimarlo al hacerlo. Él gritó, un grito bajó que se estancó en su garganta al sentir otra punzada de dolor proveniente de la parte de atrás de su cabeza. El moreno lo obligó a mirarlo, haciéndolo sentir como escoria al alzar la mirada.

No, no me lastimes de nuevo.

— Fui castigado por tu maldita culpa. Soporta el dolor, y deja de ser un puto débil de mierda.

Volviste a hacerlo.

En ese instante, el pálido no pudo retener sus lágrimas, haciéndose bolita en el suelo al no sentir el agarre en su cabello. Sollozó como un bebé recién nacido, gritando sin poder ocultar más su dolor. Se sentía patético, tonto, inútil, ignorante. Una completa escoria siendo pateada por la mirada del moreno. No podía verlo, no se sentía digno de hacerlo. A pesar de no saberlo, era verdad, él se sacrificó por él, por su amor por él. Su mente murió con honor, ¿y él que había hecho ante eso?, ser un niño malcriado, llorón y berrinchudo.

Pero, ¿por qué no pensaba que él también había pasado por un terrible dolor ante su sacrificio?, él también había sufrido. Los dos cayeron en aquel poso sin fondo totalmente oscuro y lleno de un dolor tormentoso que había estado escondido todo este tiempo en su cabeza al igual que sus recuerdos.

Y fue algo justo.

Amar era un pecado.


Another | yoonseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora