rain

40 4 2
                                    


La lluvia caía sin piedad sobre el delgado cuerpo de aquel pálido chico con ojos tristes y caídos. Miró a su alrededor, abrazándose a si mismo para darse calor aunque no funcionara. No quería irse de ahí, tenía miedo de no volver a ver ese lindo brillo del que tanto había esperado toda su vida, sin embargo, tenía días sin comer más de una simple comida al día, no descansaba y mucho menos pegaba un ojo en toda la noche. Tenía un fuerte dolor de cabeza que se sentía como si le martillaran la cabeza desde dentro, mientras que el frío y el hambre se adueñaban de todo su frágil cuerpo el cuál pedía a gritos, calor, comida, beber agua y horas de sueño.

Él no sentía que realmente merecía aquellas cosas, no antes de que aquel brillo le dijera que podía hacerlas.

Golpeó una vez más con poca fuerza la puerta de madera que se encontraba cerrada delante a sus narices, esperando que esta vez bajara por él.

Cosa que no pasó.

El chico, al sentir como sus piernas ya no le respondían, cayó al suelo de forma repentina. Fue un sonido brusco que se apaciguó debido al charco de agua en el que estaba parado anteriormente. El chico frunció el ceño en dolor, llevando sus manos a su adolorida cabeza, haciéndose bolita en el sucio y mojado suelo.

La lluvia caía con más intensidad.

Deja de castigarme, por favor.

Fue como una luz entre toda la oscuridad.

De un momento a otro, la puerta de madera fue abierta. El chico se retorció en su lugar, queriendo ver el brillo que tanto ansiaba por ver; pero no pudo, ya que todo el cansancio le cayó como agua fría. Solo pudo mover levemente su cabeza, jadeando bajo ante el dolor que sintió, alzando como pudo la vista, conectado su mirada con unos pequeños e inexpresivos ojos que lo miraban desde arriba con el ceño fruncido. Notó que llevaba un paraguas en sus delicadas y delgadas manos pálidas, viéndose a simple vista como sus venas se marcaban en ellas.

— ¿Por qué sigues aquí?, pareces un puto perro de la calle. Vete y deja de molestar antes de que te pateé el culo. —su voz como siempre sonó tosca y agresiva, sin embargo, al chico le pareció escucharla más suave y relajada, cosa que le hizo sonreír débilmente antes de cerrar sus ojos con lentitud ante la abrumadora tranquilidad que lo abrumó al ver los lindos ojos de aquel hombre delante suya.

El hombre frunció el ceño al notar como sonreía. Lo miró durante unos segundos, preguntándose porqué lo había estado siguiendo desde hace 4 días. ¿No tenía a dónde ir o qué?, ¿estaba arrimándole el culo como un puto animal para que lo dejara entrar a su casa o por qué cojones estaba debajo de la lluvia y aún así no se había ido?.

Su orgullo tal vez debería ser demasiado grande como para irse, supuso.

Con sus pies descalzos tocó la pierna del chico, removiéndolo al no ver reacción de su parte. ¿Ya estaba muerto o se había desmayado?. ¿Tal vez llevaba todos esos 4 días sin probar bocado?, y peor aún, ¿por qué mierda le importaba un vagabundo que solo quería posiblemente aprovecharse de él, robarle e irse?.

Lo miró una vez más, dudando sobre si era un "vagabundo", ya que su aspecto a pesar de lucir demacrado, no parecía tan severo desde su punto de vista. Además, ¿tan necesitado estaba de estar 4 días fuera de su casa cuando solo podía irse y buscar dinero en otro lado?. Al pensar aquello, descartó un poco la idea de que tal vez era vagabundo.

Entonces, ¿por qué estaba ahí?.

Recordó la primera vez que lo encontró. Él estaba caminando a su casa después de ir a beber unas cervezas en algún bar mientras besaba a una linda rubia, la cuál ya no recordaba el nombre. Aquel chico se encontraba en un oscuro callejón, temblando y estremeciéndose a más no poder. Al ver aquella escena no le pudo importar menos, hasta el punto de pasarlo de largo, sin embargo, fue su grito tan desgarrador que lo detuvo, ya que su cuerpo tembló con solo escucharlo.

No sabría decir si aquello fue compasión o una simple acción que no pensó realmente antes de hacerla. Llegó a la conclusión de que no fue ni una ni la otra y que nunca sabría realmente porqué había regresado sobre sus pasos a donde estaba aquel chico gritando y estremeciéndose, susurrando incoherencias en su estado de mediana inconsciencia.

No supo por qué gritó, ni tampoco por qué lo había ayudado a salir de ese trance.

Al verlo ahí, tirado como si de un sucio trapo se tratara, no pudo comprender por qué puso sus rodillas descubiertas en el charco de agua sin pensar, siendo como un reflejo, pasando con delicadeza su brazo izquierdo por la espalda de aquel chico, sintiendo un escalofrío debido a lo frío que estaba, para terminar pasando su brazo derecho por la parte de atrás de sus rodillas.

Se sintió extraño al hacerlo, ya que no le podía importar menos aquel chico, o al menos eso pensaba ya que su cuerpo reaccionaba de otro modo.

Después de eso, se giró para entrar de nuevo a su hogar, cerrando la puerta con dificultad cuando estuvo completamente dentro con el chico en brazos.

Se quedó justo ahí, mirando el pasillo que lo llevaba a la sala de estar, sin saber que hacer realmente con el inconsciente chico en sus brazos. Sintió curiosidad.

¿Por qué estaba ahí?, ¿quién era?.

Miró su rostro, el cuál estaba pálido mientras qué sus labios estaban morados por el frío. Se veía delicado, lindo y frágil. Siendo la última que dominaba totalmente  sus pensamientos.

Es como un ángel.

Another | yoonseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora