Capítulo 10: Reconciliación ¿tal vez?

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¡Hola! muchas gracias por sus comentarios  y votos aquí el capitulo como lo prometí, disfrútenlo.

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La propiedad de Mount Eliza era la primera de la lista. Era una casa muy grande y moderna, de dos plantas, cuyo interior estaba decorado por un diseñador. Estaba tan impecable, que no parecía que hubiera vivido nadie antes.

–¿Qué te parece? –preguntó Sesshomaru. Kagome pensó antes de contestar.

–Es magnífica.

–¿Pero?

–Le falta personalidad.

El agente inmobiliario estaba sorprendido, y empezó a defender todas las ventajas de la casa. Pero Sesshomaru se lo agradeció y terminó la inspección. Les quedaba la propiedad de Toorak. Éste era un barrio muy conocido de casas antiguas. Las calles tenían árboles, y cuando Sesshomaru entró por unos portones anchos hacia un camino en curva que conducía a la propiedad, ella casi contuvo la respiración. El terreno era impresionante, con jardines maravillosos llenos de flores. Pero fue la casa lo que la impactó. Era antigua, pero estaba impecablemente conservada. Tenía dos plantas, y un tejado de tejas rojas.

El agente inmobiliario los acompañó en la visita.

Kagome se enamoró del interior, de sus suelos, de sus muebles. Era perfecta. Hasta tenía antigüedades y obras de arte adornando las paredes. Aquella vivienda sí que tenía personalidad. Sesshomaru no necesitó preguntarle lo que opinaba, su placer era evidente.

–Es hermosa –dijo Kagome–. Toda. No cambiaría un solo detalle.

–Bien.

Sesshomaru agradeció su ayuda al agente y luego llevó a Kagome al coche.

Cuando estaban en el coche, Sesshomaru le dijo:

–Tenemos una invitación de Eleanora Postlewaite para cenar mañana por la noche.

–¡Oh, no! –exclamó Kagome. Al ver que él enarcaba una ceja, agregó–: Kagura es el equivalente a la realeza social de Melbourne.

–Habrá que aparentar.

–Sí.

Era casi mediodía cuando Sesshomaru la dejó al lado del restaurante donde iba a reunirse con su madre, Kagome encontró a Naomi sentada, mirando la carta. Se saludaron afectuosamente, el camarero apareció en cuanto se sentó Kagome.

–Sé que sólo tienes una hora, cariño. Voy a pedir una ensalada César.

–Que sean dos –dijo Kagome. Y echó una ojeada a unas bolsas de compras que había llevado Naomi.

–Papá no debería dejarte sola en la ciudad –bromeó. Naomi rió suavemente.

–He pedido hora en la manicura y en el salón de belleza esta tarde. Mañana pienso ir a Toorak.

–Eres una compradora compulsiva, ¿eh?

–Quiero ir a una tienda de cosas para bebés en Toorak Road –dijo su madre–. Quiero comprarle a Shantel algo especial.

–La estás malcriando...

–Es natural en una abuela... –dijo Naomi. El camarero llevó las ensaladas. En cualquier momento su madre nombraría a Sesshomaru, pensó.

–La aparición de Sesshomaru fue una sorpresa... –comentó Naomi. Le había llevado menos tiempo del que ella había calculado.

–Sí –contestó. Y vio la mirada especulativa de Naomi.

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