4.- UN ENCUENTRO EXPLOSIVO

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TERRY

Al llegar a mí habitación medite en todo lo que le había hecho y dicho a Candy, aunque disfrute de sus besos, las palabras que utilice con ella sé que la lastimaron.

Ninguna compañera del colegio antes me había atraído, encendí otro cigarrillo mientras me tumbaba en la cama… recordé que Karen me dijo que fuera a buscarla, quería presentarme a unos amigos de Stear, en el camino al San Pablo la escuche hablar por celular con uno de ellos, mi hermana estaba muy contenta de tenerlos cerca— ¡Tonterías! — susurre — a Stear lo conocía desde el año pasado, escapamos juntos en varias ocasiones para divertirnos en los bares de la ciudad y salimos victoriosos de una que otra pelea en las calles londinenses.

Dude por unos minutos en ir a su encuentro, no me agradaba estar rodeado de muchas personas, tomé un sorbo más de whisky, apague el cigarrillo que estaba a la mitad y decidí ir a buscarla. Karen era hija solo de mi padre y aunque fue la clara prueba del engaño a mi madre, llegué a quererla mucho, ya que ella no tenía la culpa de ser la hija de un ser tan vil como era su madre, ambos éramos víctimas de su maldad. Siempre que podía la complacía en las cosas que ella me pedía.

Al llegar a la sala de entretenimiento la vi de inmediato, se encontraba junto a unos chicos, pude reconocer a Stear, Candy y la amiga con la que se confesó en el bosque, pero también vi a un chico al costado de Candy, la sujetaba por la cintura — “Ese debe ser su novio… aún sigue con él y pensar que tenía la idea de disculparme, me equivoqué”.

Empecé a sentir celos por verla tan cerca a ese idiota y no entendía el porqué, yo solo quería diversión.

Decidí llegar lo más relajado posible hasta donde se encontraban — Karen ¿Hasta qué hora te voy a esperar? —hablé con el tono de voz más calmada que pude utilizar.

Todos voltearon y me miraron con sorpresa, note claramente la cara de espanto que puso Candy al darse cuenta de que era yo quien hablaba, se puso pálida, su mirada me suplicaba que no dijera nada de lo ocurrido entre los dos.

Mi hermana se puso de pie con una gran sonrisa y empezó a presentarme a cada uno de ellos — chicos él es Terrence, mi hermano, aunque parece terrible no muerde — me sentía cabreado no era mi intención simpatizarles, mi objetivo era Candy y estaba a punto de lograr que le pusiera fin a su patética relación con su novio.

Candy estaba nerviosa, musito algo entre dientes a su amiga pelirroja, estoy seguro de que pensaba escapar de esta situación, su novio, me extendió la mano y me dijo — mucho gusto Terrence.

No le correspondí el saludo, lo miré fijamente y le dije — no puedo decir lo mismo Cornwell, no es un gusto conocer al novio de la chica que quedó rendida ante mis besos y caricias hace tan solo unas horas.

Pude ver como su rostro se tensaba, sus ojos se encendían de ira — ¿Qué has dicho Grandchester? — preguntó.

— Me parece que tu novia no se atreve a hablarte con sinceridad — le respondí, él soltó la mano de Candy, pero no dijo nada. La miró de soslayo esperando una respuesta, después de unos segundos de silencio Candy tartamudeo un poco y habló — ¡De ... Déjame explicarte! Las cosas no fueron como él lo dice.

“Pobre imbécil” pensé, de manera sorpresiva Cornwell me lanzo un golpe fulminante en el pómulo, haciéndome retroceder varios pasos atrás. No recuerdo que me hiciera daño, pero la fuerza con la que me impulso pudo ser de unos dos hombres. Sin embargo, soy muy diestro en cuanto a peleas, le lancé una patada en el estómago y unos cuantos puñetazos en el rostro logrando que el tipo se estrellara contra el piso y empezara a sangrar por la nariz, de inmediato Stear me sujetó por la espalda para impedir que continúe golpeando a su hermano, otros alumnos se acercaron para alentarnos a continuar la gresca. Candy se quedó inmóvil, solo nos observaba tapándose la boca con las manos, en ese momento llegaron las monjas.

—¿Qué sucede aquí? — dijo la hermana Gray — vayan todos de inmediato a sus habitaciones, esto no es un espectáculo digno de ver — recorrió con sus enormes ojos todo el salón, miró a Cornwell sangrando en el piso y volvió a hablar — Tú y Grandchester a mi oficina.

Cuando estábamos ahí, la hermana Margaret trajo un botiquín de primeros auxilios y empezó a curarnos las heridas, mi labio inferior sangraba, pero él tenía la cara hinchada y algunos moretones que se empezaban a formarse.

— Este es un colegio respetable, nunca antes he presenciado un acto como el que acaba de ocurrir el día de hoy. Nos enorgullecemos de formar perfectos caballeros y respetuosas señoritas, no vándalos que van repartiendo golpes. No voy a permitir que ustedes vengan a manchar la buena reputación del Real San Pablo.
No llamaré a sus padres Cornwell, ya que considero que fue un accidente lo que pasó y espero que sea la única vez de este actuar tan vergonzoso. En cuanto a usted Grandchester, tengo la esperanza de que algún día entre en razón y cambie su comportamiento.

“Vieja hipócrita” pensé, lo que ella no quería era generar murmuraciones acerca de su capacidad de controlar a los estudiantes y menos quería dejar de recibir los cheques mensuales que mi padre mandaba.

Después de su larga reprimenda nos mandó a nuestras habitaciones, no sin antes dejar enfatizado que teníamos prohibido salir el fin de semana y tampoco podríamos estar en el salón de entretenimiento. Como si sus castigos me importaran o pudieran detenerme.

Cuando estábamos en la puerta, llegó Albert, nuestro tutor — pero ¿Qué diablos hiciste esta vez Grandchester? — me dijo, puse los ojos en blanco y emití un bufido — hablaremos después, ahora debo tratar de calmar a la rectora, ve a tu habitación Grandchester y tu Cornwell a enfermería.

— Me las pagarás Grandchester. No quiero que te vuelvas a acercar a Candy ¿Me oíste? — sus palabras alimentaban mi cólera nuevamente, fruncí el ceño y le respondí — es Candy quien viene a mí — nos tensamos nuevamente con aquellas provocaciones que ambos nos lanzábamos.

— ¡Basta los dos! A tu habitación Grandchester, pasaré por ahí en un momento — dijo Albert.

Ya en mi habitación, dejé las luces apagadas. La ventana del balcón estaba abierta para que salga el humo de los cigarrillos que fumaba. Al salir del baño pude percibir una silueta femenina en la oscuridad, trate de hacer el menor ruido posible, me acerque lentamente. Para mi sorpresa era Candy, una sonrisa lujuriosa se dibujó en mis labios.

— ¿Has venido a curar mis heridas? — le pregunté. Candy se sobresaltó, giro hacia mí con nerviosismo, tenía puesto un buzo ceñido al cuerpo lo cual resaltaba su figura. Me acerqué unos centímetros, pero ella de manera instintiva retrocedió.

— Lo siento Terrence… me equivoqué de habitación, pensé que era la de Archie — su voz temblaba al emitir cada palabra, se lamió sus labios carnosos por el nerviosismo que tenía, me lanzó una mirada tímida y al darse cuenta de que estaba envuelto con una toalla, miró hacia la ventana.

— ¿Archie? — respondí, nuevamente los celos me invadieron, en segundos algo oscuro se encendió en mí, la miré con deseo, como un cazador mirando a su presa.

Ella quiso escapar, pero la acorrale contra la pared y le tape la boca con una mano para evitar que gritara, roce su rostro con la mano que tenía libre, podía sentir los latidos de su corazón en mi pecho, me perdí unos segundos en su mirada y le susurre — jamás olvidaras esta noche Candice.

Ella quiso escapar, pero la acorrale contra la pared y le tape la boca con una mano para evitar que gritara, roce su rostro con la mano que tenía libre, podía sentir los latidos de su corazón en mi pecho, me perdí unos segundos en su mirada y le s...

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