8.- CULPABLE

1.1K 118 74
                                    


TERRY

— ¡No me toques! — Candy estaba tirada en el piso, con el vestido roto, tratando de aguantar el llanto.
Como pudo se puso en pie, quise acercarme, pero ella me detuvo tan solo con su mirada, mis sentidos estaban bloqueados por la adrenalina del momento y el alcohol también contribuía a mi mal estado.

—Candy… Perdóname, yo pensé que tú… Pensé que ya…

—¡Cállate! —me interrumpio — te rogué tantas veces, te grité que nunca antes me había entregado a ningún hombre… Pero tú te negaste a escuchar y te dejaste llevar por tus deseos vehementes.

Las palabras de Candy eran llenas de odio, sus ojos me miraban con tanta furia como yo mire a Susana cuando descubrí su engaño.
Me odié por buscar venganza y lastimarla, pero mi orgullo no me dejaba doblegarme ante ella.

—Debemos volver, es tarde — le dije.

— No sé dónde estamos, solo por esa razón dejaré que me lleves de regreso al colegio y luego puedes irte al infierno, no me vuelvas a buscar nunca más.

—Hace mucho que estoy ahí Candy… Mi vida es un completo infierno — contesté.

A pesar de que estaba muy adolorida, se montó en Theodora, si volvíamos caminando llegaríamos al amanecer, Candy no tuvo más remedio que aceptar mi ayuda.

El camino de regreso se me hizo eterno, sentía que sus manos me quemaban cuando se sujetaba de mí para no caer.

Cuando llegamos al patio del colegio, quise ayudarle a bajar de mi yegua, pero Candy dio un salto para evitar que la tocará, cayendo en mala posición doblándose un tobillo.

—¿Estás bien? —pregunté dudoso de correr en su auxilio —no debiste saltar Candy, te vas a lastimar.

—¡Déjate de hipocresías Grandchester! No finjas preocupación, ya bastante pisoteado esta mi orgullo para que te permita seguir tocándome. ¿Qué mayor daño puedo hacerme después del que tú me ocasionaste?

— Candy, tú me deseabas también —traté de minimizar mi error, pero eso solo aumentó la indignación de ella.

—No lo voy a negar Grandchester, pero esa no era la forma, créeme que jamás te perdonaré por lo que me hiciste — se quitó el saco de pirata que le presté para abrigarse y lo tiro al suelo.

Empezó a caminar cojeando, fui tras ella, no podía dejarla así, necesitaba mi ayuda aunque ella no lo quisiera.

La tomé por el brazo para detenerla, la cargué para llevarla hasta su habitación, pero Candy empezó a gritar que la soltara, con la poca fuerza que le quedaba trato de golpearme.
Me quedé quieto, no me defendí, merecía eso y más.
Sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente.

—¡Te odio Terrence, te odio! ¡Suéltame!

—¿Qué hacen ustedes dos aquí? — esa voz era de la hermana Margaret — Candy tus amigos te están buscando desesperadamente, dijeron que desapareciste de la fiesta sin decir nada.

Al acercarse más hacia nosotros su expresión iba cambiando.

—¡Por Dios, niña! ¿Qué te ha pasado?—la hermana me miró como esperando una respuesta ante lo que veía, quise responder con la verdad, nunca fui un cobarde y siempre di la cara ante mis errores, pero Candy se me anticipó.

—Unos desconocidos me llevaron a un lugar apartado del bosque, Grandchester me encontró y me trajo de regreso — habló mientras trataba de controlar el llanto.

—¿Te hicieron algo? —le preguntó mirando su vestido roto, Candy trató de cubrirse el pecho con los brazos.

—Estoy bien, solo quiero ir a mi habitación.

DULCE LONDRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora