12.- LAMENTOS

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TERRY

Desde mi ventana vi a Candy salir corriendo cruzando por los jardines del palacio.

Imagine que tal vez se sintió incómoda por algún comentario malintencionado que le hubiera hecho la víbora de Laura, mi madrastra tenía la habilidad de ser muy despreciable, humillando y denigrando a los demás, gozando con la desesperación de otros.

Baje lo más rápido que pude para correr y alcanzarla, fui tras ella, pero no logré detenerla, por el contrario Candy no se dio cuenta de que un auto venía en su dirección a toda velocidad y la embistió con fuerza.

La vi estrellarse contra el pavimento unos metros más allá debido al fuerte impacto, al llegar hasta donde se encontraba ella, la tomé en mis brazos, mientras pedía a gritos una ambulancia.

Albert llegó junto a la hermana Margareth, ambos trataban de calmar mi desesperación.

-¡Maldita sea Albert, llama una ambulancia! ¡Necesito ayuda! No quiero perderla...

Después de unos minutos Candy se desmayó, lo cual aumentó mi desesperación, al cargarla vi que un hilo de sangre bajaba por sus piernas. Imagine que lo peor había sucedido.

La ambulancia tardaría en llegar por la lejanía del Castillo, así que Albert se ofreció a llevarnos en su auto para no perder más tiempo, a lo que acepte sin objeción.

-¡Mierda Albert, conduce más rápido! -no podía controlar mis nervios.

-¡Cálmate Terrence! Estoy conduciendo lo más rápido que puedo -Albert trataba de mantenerse sereno.

Candy se veía tan frágil e indefensa en mis brazos que estaba dispuesto a matar a cualquiera que se atreviera a hacerle daño. No acostumbraba a arrepentirme de mis acciones, pero en ese instante deseé con todas mis fuerzas haber conocido en otras circunstancias a Candy.

Llegamos a la clínica para que pudieran atenderla, la ingresaron a emergencias para realizarle diferentes exámenes y ver si tenía heridas de gravedad.

Caminaba de un lado a otro en el pasillo esperando noticias, Albert y la hermana Margareth no se apartaron ni un momento de mi lado. Agradecí tener a dos personas que me brindaban su amistad sincera, aunque también empecé a sospechar que entre ellos había cierto tipo de relación, algo pecaminosa por ser quien era ella.

La tía de Candy llegó junto a mi padre y Laura. No pude contenerme más cuando los vi entrar, camine de prisa en su dirección queriendo sacarlos de ahí con mis propias manos.

-¿Qué diablos hacen aquí ustedes? -me dirigí a mi padre y a su esposa -¡Lárguense en este preciso momento! ¡Fuera!-grité.

Albert se anticipó a mis intenciones, haciendo un gran esfuerzo para sujetarme-Terry tienes que mantener la calma, no actúes sin pensar o nos echarán a todos de aquí-exclamó.

Los ojos de Laura chispeaban de alegría, su expresión era fría y de burla, me hacía perder el poco control que intentaba mantener.

-¡Qué fue lo que le dijiste a Candice maldita víbora!-pregunté lleno de furia.

-No fui yo quien recibió el dinero querido -cada palabra que salía de su boca era pura mierda para mí.

-Richard ¿De qué habla tu mujer? -la tía de Candy se puso muy nerviosa al oír mi pregunta.

-Tu esposa escucho y vio algo que no debía Terrence, al ser una simple americana parece que carece de buenas costumbres y le gusta escuchar detrás de la puerta...

-¡Cállate maldita sea! Mi pregunta fue para Richard, ¿o es que tu veneno te supera cada vez más?-expresé interrumpiendo a mi madrastra.

-Le ofrecí dinero a su tía para que convenciera a tu esposa de que debían casarse, ella aceptó y... -¡Basta! -interrumpí a mi padre-ustedes tienen la culpa de que toda mi vida haya pasado por un infierno y ahora Candice es parte de él.

DULCE LONDRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora