DULCE LONDRES

2.- COLEGIO SAN PABLO

CANDY

Eran las cinco de la mañana y aún parecía de noche, estaba en la bañera con los audífonos puestos escuchando una última canción antes de terminar de alistarme para el primer día de clases. El día anterior llegué con muchos nervios al colegio, Archie y yo éramos alumnos nuevos mientras que Stear y Neal al ser de la misma edad fueron enviados por sus padres un año antes para terminar sus estudios en este país y continuar los universitarios. Para que Eliza no se quedara sola la enviaron junto a su hermano es así que los tres ya tenían conocimiento de las reglas del colegio y algo de experiencia para romperlas.

Al llegar fuimos dirigidos a la oficina de la rectora, la hermana Gray tenía un aspecto serio y rudo, ojos grandes, cejas gruesas emblanquecidas, la voz un poco grave, su sola presencia hacía sentir algo de temor y mucho respeto hacia ella. Nos dio la bienvenida y recalcó las reglas de la institución, al escucharle hablar me di cuenta de que no era tan terrible como me lo había imaginado, era un internado mixto, el pabellón A era exclusivo para las mujeres, ahí estaban los dormitorios y el pabellón B para los varones, al medio de ambos pabellones los unía una sala donde podíamos compartir momentos de ocio tanto mujeres y varones.
Los fines de semana teníamos permitido salir del recinto escolar para dar un paseo y si nuestra residencia estaba en la ciudad se nos permitía quedarnos en casa y volver el domingo por la noche.

Me puse algo pensativa al recordar a mi hermano y el día del accidente.
"Si tan solo no te hubiera reclamado por lo que me contaste" pensé, sentía que el dolor me invadía de nuevo mientras que venía a mi mente la última promesa que le hice a Thony.

-¡Vive Candy, no permitas que nada te quite la alegría! - Viviré cada experiencia nueva para no arrepentirme de un tal vez o un sí hubiera...

Vi mi reloj, eran las cinco y cuarenta, aún tenía tiempo porque a las siete debía estar en el comedor. "¿Con quién hablaría Archie por celular?" Pensé nuevamente. Él no quiso responder a mi pregunta, me dijo que era una sorpresa y que me gustaría mucho.

Terminé de alistarme y cuando estuve por bajar a desayunar note que olvidé sacar mi cartera de bolsillo. Aunque no sabía si sería necesario o no, por precaución decidí llevarlo así que fui hasta mi ropero en busca del bolso con el que llegué del viaje. Metí la mano y saqué el pañuelo con las iniciales E.B., me sonrojé al recordar aquel encuentro con ese chico tan apuesto, sonreí con picardía y pensé "¿Su nombre empezará con estas iniciales?" En medio de mis fantasías vino a mi mente Archie, fue mi único novio y estuve a punto de perder mi virginidad en aquella fiesta con él, pero al conocer a este chico vi la posibilidad de explorar más allá con otra persona - ojalá te hubiera conocido antes para no decir estas palabras - susurre, a pesar de que tenía aún las manchas de sangre de mi herida conservaba el olor a tabaco y menta en él.

Las clases transcurrieron con normalidad ese día sin nada extraordinario, algunas maestras eran jóvenes y otras mayores, una monja era la que estaba a cargo del pabellón de mujeres, su nombre era Margaret, era muy joven de unos veintitrés años. Y a cargo del pabellón de varones estaba Albert Ardlay, quien también era el tutor del año que cursaba, era alto de figura atlética, rubio con ojos azules y pelo corto. Parecía ser muy carismático, era el amor platónico para muchas alumnas del San Pablo.

Estaba en el mismo salón que Eliza y Annie, hasta ese momento no tenía idea de que ella me odiaba y había jurado hacerme pagar por cada desprecio que recibió de Archie, sin que lo supiera ya había empezado con su venganza, contribuyendo a quitarme a una de las personas que tanto quería.

Por ser el primer día de clases nos dieron la tarde libre
Eliza me dijo que tenía muchas cosas que contarme, así que me llevó a una zona alejada del colegio, a unos metros del establo había un pastizal con árboles a su alrededor y unos narcisos.