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Ya han pasado varios años desde que estuve en Las Vegas, y no puedo creer lo mucho que la ciudad del pecado ha cambiado en ese tiempo. Nuevos hoteles han sido levantados mientras los antiguos fueron derrumbados. Los envejecidos han sido renovados y re-hechos para que coincidan con el calibre de los nuevos.

Me muero de ganas de tener un momento a solas con Haddie. En realidad no lo hemos tenido desde que toda esta aventura comenzó, y necesito su consejo sobre cómo debería actuar a la luz de las revelaciones de Beckett.

Tuvimos un momento rápido a solas en el avión mientras estábamos refrescándonos, pero no lo suficientemente largo como tener un verdadero debate sobre los acontecimientos de la noche.

Las luces y los sonidos nos rodean, asaltando nuestros sentidos mientras salimos de la limo. Sammy asiente discretamente hacia Peeta y toma la delantera mientras caminamos por un conjunto de escaleras a una entrada en The Venetian. En momentos estamos caminando hacia TAO2. La mano de Peeta está en la parte baja de mi espalda, y noto convenientemente que la mano de Beckett está haciendo lo mismo en Haddie. Me pregunto si sólo será un caballero, o si hay algo más posiblemente pasando. Interesante.

Me doy cuenta de que la gente está empezando a mirarnos mientras el nombre de Peeta es murmurado apresuradamente alrededor de la multitud que la noche del viernes ha reunido con la esperanza de ver una celebridad. Los teléfonos con cámaras brillan y miro a Peeta para ver su reacción. Él es todo sonrisas con la gente, pero cuando me mira, sus ojos se calientan con lo que falta con su público. Su siesta lo serenó un poco, pero todavía siento que ese Peeta juguetón está justo al alcance.

Bordeamos la larga fila de personas esperando la oportunidad de entrar. A medida que nos acercamos al atril de presentación, una mujer sale de atrás y nos hace señas para la sigamos. Wow, la vida debe ser agradable cuando eres Peeta Mellark. No hay colas y las mujeres están a tu alcance.

Peeta me lleva de la mano mientras caminamos pasando el Buda gigante de camino a nuestra mesa privada. Vuelvo la cabeza y parpadeo contra la atmósfera oscura de la sala a medida que pasamos a través. Oigo el nombre de Peeta murmurado un par de veces más en la multitud antes de que se detenga y se vuelva hacia mí.

Lo miro con expresión de asombro en mi cara mientras camina hacia mí y de forma inesperada captura mi boca con la suya. Al principio me congelo, quiero decir, estamos en medio de un muy elegante y completamente lleno restaurante, pero mientras profundiza el beso, sus dedos toman mi cara y mantienen mi cabeza quieta, sucumbo a él. Su sabor es demasiado devorador y su atracción sobre mí es igual de magnética para resistirla.

Los sonidos de otros clientes del restaurante se desvanecen. Peeta me besa como un hombre tomando su último aliento y yo soy su aire. Es apasionado, posesivo y provocativo. Y maldita sea su sabor adictivo me arrastra hacia abajo y se afianza. Mi mente comienza a volver a la realidad cuando los silbidos y gritos de los espectadores comienzan a registrarse en mi cerebro.

La gente que nos rodea se hace más ruidosa mientras animan nuestra exhibición pública. Mantiene sus manos ahuecando mi cara, pero sus labios arrasan con los míos. Sus ojos lo registran sin filtrar la lujuria, pero la sonrisa que me lanza es arrogante y traviesa. El único pensamiento en mi cabeza es wow, pero me dejó tan sin aliento que simplemente formar esa palabra no es ni siquiera una posibilidad. Le doy una mirada inquisitiva.

Él sólo ladea la cabeza hacia un lado, con un brillo iluminando sus ojos como el cielo.

—Si van a mirar, Kat, ¡también podríamos dar un buen espectáculo! — Mueve sus cejas hacia mí y me da un casto beso en los labios antes de tomar mi mano y seguir a la anfitriona de pie a la izquierda de nosotros. La mirada atónita en su rostro refleja exactamente lo que siento.

DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora