XI

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No sabía cuánto tiempo había pasado, pero de seguro ya había pasado la hora de comer

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No sabía cuánto tiempo había pasado, pero de seguro ya había pasado la hora de comer.

Escuchó cómo tocaban la la puerta de su habitación, era un toque suave pero él la ignoró.

—Shinsuke, soy yo —avisó Naoko.

—No quiero abrir.

Sabía que se estaba comportando de manera completamente infantil, pero no veía otra manera de cómo calmar la rabia y la tristeza que sentía en todo su cuerpo.

No sabía cómo controlar todos estos sentimientos que pasaban por su cabeza, ni siquiera los estaba comprendido del todo.

Estaba tanto molesto como triste e indignado, además de angustiado.

Había tantos pensamientos en su cabeza que podría explotar, por supuesto, si eso fuese posible.

—Por favor, necesitamos hablar —pidió su hermana.

—No quiero. —Se volvió a negar.

—Shinsuke, siempre has sido una persona dispuesta al diálogo. Por favor.

Se levantó de su cama y abrió la puerta de mala gana, volvió a su cama y ocultó su rostro en la almohada.

Patético, tiene veintiún años y se está comportando como todo un mocoso.

Sin duda patético.

—Ya hablé con Renzo... —indicó su hermana con tranquilidad.

Antes de que Naoko pudiese terminar de hablar Shinsuke la interrumpió:

—Ya entendí de su parte que soy un fenómeno, no necesito que me lo repita.

—Dijo que se disculpaba por ser tan desconsiderado contigo. Bueno, con los dos.

—Entonces que venga él y que me lo diga en la cara, no le cuesta nada.

Escuchó la leve risa de su hermana, sintió como un lado del colchón se bajaba, seguramente se sentó en el borde para estar más cómoda.

Shinsuke seguía sin mirarla, no quería verla y sentir su mirada llena de decepción.

—Sintió miedo, fue la primera vez que te vio molesto. Incluso yo me asusté, sueles ser la representación de la calma misma.

—Si mal no recuerdo también soy humano y como cualquier otro tengo sentimientos —justificó Shinsuke.

—Sí, se me había olvidado ¿Sabes? —Volvió a reír su hermana—. Que extraño.

Shinsuke guardó silencio.

Irónico, hasta él olvidaba que tenía sentimientos. Suele ignorarlos porque en su mayoría no los entiende y las cosas que no entiende no le agradan por completo.

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