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—¿Esto es realmente necesario?
—Claro, comienza a contar —dijo la doctora mientras la observaba.
—Pero ya llevo más de 10 minutos sentada aquí —arrebató la castaña extendiendo los brazos— ¡Estoy calmada!
—No lo parece —objetó con un tono tranquilo, mientras anotaba algo en su libreta desde el sillón.
—Pero- dijo intentando nuevamente detener la situación.
—No te oigo contar —le interrumpió canturreando, observándola.
Mia soltó un suspiro mientras trataba nuevamente de centrar la atención en su respiración, odiaba esos ejercicios porque sentía que realmente no servían, pero parecían ser la actividad favorita de Russett y hoy no tenía ganas de contradecirla, el día había comenzado bien y arruinarlo no era el plan.
—Muy bien, es suficiente con eso —indicó mirando el reloj en su muñeca.
—Claro que ya es suficiente —dijo la joven, mientras se levantaba de la peluda alfombra para desplomarse en el sillón purpura frente a ella.
La doctora hizo una mueca y rodó los ojos, sin llegar a agobiarse en realidad.
—Entonces Mia, ¿Cómo estás hoy?
—Bien, calmada claramente —respondió en un tono burlesco mientras recibía una mirada de reproche— Okay, bien...—continuó, frotando las palmas de sus manos en los jeans negros— Estoy viva y dentro de un punto objetivo eso es bastante bueno considerando las probabilidades actuales a nivel global...
—¿Qué tal has dormido? —preguntó Jenn sin apartar la mirada de su libreta.
Stark se encogió de hombros.
—Bien,—determinó— por lo menos ahora descanso, así que supongo que bien.
Bastó otra mirada para que Mia dejara de evitar a lo que ella se refería en realidad
—Ya no es todos los días —dijo rendida llevando sus ojos al tope.
—¿Cada cuánto?
—No lo sé, nunca recuerdo bien, todos los días son iguales, aunque...—vaciló un poco considerando si realmente quería hablar sobre eso— Ayer Pepper fue por mí y...—su vista estaba en sus manos prestando atención al barniz de uñas con brillos que Morgan le había puesto días atrás, que aún no podía quitar, por cierto.
Jenn la invitó a continuar con un movimiento de cabeza.
En ese momento solo quería huir y encerrarse en casa como lo había hecho los últimos meses, fingiendo que nada pasaba y nada tenía que enfrentar, odiaba la terapia pero su parte cuerda sabía que la necesitaba.
