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Una gran presión en el pecho finalmente la despertó, su respiración estaba completamente agitada, sus manos temblaban, las lágrimas empapaban sus mejillas y la cama estaba hecha un desastre. Torpemente se sentó en ella tratando de desenredar sus piernas de las sabanas para poder salir, era lo único que la calmaba, no podía ver mucho ya que el reloj en la pared marcaba las cinco cuarenta y siete de la mañana, el sol aun no planeaba salir y las luces se encontraban apagadas.
Se ajustó las zapatillas en la oscuridad para bajar por las escaleras lo mas silenciosamente posible, no quería despertar a nadie, antes de abrir la puerta de la entrada tomó su jersey pasándoselo por la cabeza, el aire frio la hizo estremecer cuando caminó pisando ramas y hojas hasta llegar al sendero de madera donde tristemente pasaba gran parte de sus madrugadas, no podía quedarse adentro, solo lo empeoraba, sentía que la habitación se volvía cada vez más pequeña y eventualmente sus sollozos se volvían muy escandalosos como para que el resto no los escuchara. Tomó asiento en la orilla, doblando las piernas debajo de ella, miró su reflejo en el agua y el aire le faltó desesperadamente en sus pulmones otra vez, había tratado de respirar y mantener la calma mientras salía de casa, cada tantas noches era la misma historia, soñar, recordar, despertar aterrorizada y venir aquí con la esperanzade poder frenar el ataque e indirectamente sentirse más cerca de él, de volver a sentirse tan protegida como solo élpodía hacerlo, lo extrañaba a cada minuto.
Las lágrimas empezaron a caer con más fuerza convirtiéndose en sollozos que ya no podía contener, le dolía el alma, habían transcurrido meses y aún no podía convencerse de como sucedieron las cosas. La culpa la comía por dentro y eso era lo que no la dejaba en paz, ella sabía que su poder habría podido cambiar las cosas, pero había fallado y lo más importante le había fallado a la única persona que había dado todo por ella. Mia era producto de un amorío, un experimento y finalmente un negocio. la mujer que la trajo al mundo era otra historia, una que no tenía relevancia en su vida, no como Tony, en un momento determinado de sus vidas, solo se tenían el uno al otro, él era todo lo que ella tenia y aún no sabía como lidiar con su ausencia.
Estiró una de sus manos pasándola suavemente por la pantanosa agua y como el amanecer que recién comenzaba a hacerse presente se reflejaba también bajo ella, su cuerpo se sentía completamente cansado y abatido como si hubiera estado corriendo sin parar las últimas horas y cerraba sus ojos constantemente para tratar de centrar su visión por el persistente mareo en su sistema.
"Cerró las puertas tan silenciosamente como pudo, Natasha la había dejado unos metros cerca de casa, pero no lo suficiente como para que alguien pudiera verla, se había detenido para asegurarse de que nada había pasado con la joven en su pequeño camino considerando que eran pasado la una y treinta de la mañana y Mia no estaba donde ella dijo que estaba.
—¿Se retrasó la reunión? —cuestionó una voz detrás de ella sorprendiéndola.
—¡Qué diablos! —Se quejó Mia pegando su espada hacia la pared con un librero en ella cuando una de las lámparas de la sala se encendió dejándola ver a su padre cómodamente sentado en el sillón individual— ¿Qué estás haciendo?
