IMAGINAS▪︎MULTIFANDOM (Pedidos abiertos)

Tras la tormenta - Apolo

Pedido hecho por @az76567423
Espero que te guste💕

~ ~ ~ ~ ~ ~

Los humos se disipaban pero los gritos no cesaban.
Sí, habíamos vencido al tremendo ejército de monstruos que se había lanzado sobre el campamento, pero aún había mucho heridos que debían ser ayudados con urgencia y mucho dolor por la pérdida de tantos otros.
Tan solo caminar por el campo de batalla ya era lo suficientemente angustiante y yo intentaba hacer todo lo posible por disipar un poco de este, ya que era lo único de lo que era capaz.
En ese aspecto, ser hija de Angerona es una ventaja.
Me paseé por las tiendas habilitadas para curar a los convalecientes e intentaba envolver con mi aura a la mayor gente afligida posible. Al menos eso funcionaba.
Fue entonces cuando entré en una de ellas y me sorprendí al ver postrado en una camilla improvisada a nuestro dios protector.
Intenté no entrar en pánico para no influir en los demás, pero no era tan fácil evitarlo.
Corrí junto al herido, que en ese momento estaba solo, y le contemplé horrorizada. Me habían mencionado que no estaba entero, pero no me imaginé aquella escena.
Apolo soltó una tos y abrió los ojos poco a poco, seguramente habiendo notado mi sentimiento afligido. Me miró y enseguida sonrió, haciendo seguidamente una mueca de dolor.
— Lo siento, te he despertado.
— No te preocupes. Solo descansaba los ojos.
Intentó incorporarse, pero gemidos de dolor se escapaban de sus labios. Le ayudé sujetándole la espalda y me dirigió una mirada de agradecimiento.
— Debería irme. Has sufrido bastante como para que llegue yo a ponerlo peor.
Él negó con la cabeza, sonriendo.
— Eso es lo que menos quiero ahora.— Me miró a los ojos.— Me gusta tu compañía.
Enseguida los colores se me subieron y desvié mi mirada.
Decidí cambiar de tema, por el bien de mi orgullo. Sonreí para mis adentros, divertida.
— Siento lo de Reyna...
Él soltó un gruñido.
— ¿Tú también te vas a reir?
Negué con la cabeza, intentando no soltar una carcajada.
Volví a mirarle a los ojos.
— ¿Tan gafe eres para las relaciones?
— Diría que esto empieza a ser masoquismo.
Ambos reímos en armonía, pero mientras yo continuaba oí cómo el callaba súbitamente.
Me puse seria, preocupada por si le volvía a doler algo, y empecé a inspeccionarle como si fuera una enfermera, lo cual estaba lejos de la realidad.
Me quedé helada cuando sentí su mano sujetando súbitamente mi mentón con total delicadeza, obligandome a mirarle a la cara.
Estaba muy serio, lo que me preocupaba, pero sus mejillas llenas de suciedad y sangre seca estaban sonrosadas.
El pobre estaba hecho un cromo.
— No entiendo...— Comenzó, entre susurros.— No entiendo por qué siempre me enamoro de la gente equivocada.
Tragué saliva.
Este sentimiento que llevaba estando dentro de mí desde que él apareció en el campamento, apenas unos días antes, había incrementado de forma estratosférica en tan solo unos segundos.
Estábamos tan cerca, nuestros alientos se rozaban y su suave y caliente mano, que aún sujetaba mi mentón, parecía empujarme a dar el paso.
— Puede que... no estés tan equivocado.
Respondí en un casi inaudible suspiro.
Empezamos a acortar la distancia.
Este parecía el momento perfecto.
Mi corazón iba a mil por hora y temía que pudiera oirse desde fuera de la tienda.
Entonces, un médico entró en la tienda en medio de aquel momento de ensueño. Apolo y yo nos separamos de un salto, haciendo que él soltara un quejido.
El médico fue corriendo a ayudarle, sin darse cuenta de que ambos estábamos rojos cual tomates. Aún no se había calmado mi respiración.
Me levanté del asiento para dejar mayor libertad al profesional para hacer su trabajo y empecé a dirigirme a la salida de forma demasiado precipitada.
Si antes sentía el valor suficiente como para besarle, ahora la vergüenza me recorría como veneno de zombificación.
— ¡____!
Me giré ante la llamada de Apolo, justo en la puerta.
Él seguía estando totalmente rojo. Casi las heridas no se le distinguían.
— Me gustaría que no nos hubiésemos equivocado.
La incertidumbre y el dolor me golpeó como una ola.
A mí también, pensé mientras salía de la tienda.