Capitulo 6

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Pesadillas o Recuerdos

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Pesadillas o Recuerdos

Evolet

La vida puede ser difícil, bastante debo decir, nos tira por un precipicio para dejarnos sin posibles salidas, solos, sin familia ni amigos que nos salve, sin una compañía, algo remoto que no nos lleve a salir del hueco.

Muchas veces nos pueden atacar, romper, provocarnos bastante dolor, uno que deseamos dejar de existir para por fin sentirnos en paz, en calma, y no tener ese dolor abundante que cada ves te quema mas tu pecho, que cada ves te ahoga mas, hasta que ya lo único que divisas es la cornisa, por la cual te avientas sin mirar atrás.

Pero aun así, sabiendo todo eso, estoy aquí, con estas personas que me están ofreciendo una mano, una nueva oportunidad, ¿se preocupan por mi? eso quiere creer mi corazon, eso es lo que mas anhelo; eso, y que las malditas pesadillas desaparezcan.

- ¡¡No quiero!!, ¡¡no mas!!, ¡¡déjenme en paz!! - no paro de gritar mientras mis ojos siguen cerrados, rezando a cualquier cosa posible que no aparezcan enfrente mio.

Levanto mi espalda de la cama con fuerza mientras me acurruco con mis manos en la cabeza queriendo que los susurro paren, queriendo olvidar sus voces, su tacto, queriendo olvidarme yo misma si es posible.

" que bello cabello huérfana"

" tu mami no te advirtió que en la noche salen los lobos"

" una ves no mas, solo una"

" asquerosa"   "mugrienta"

"todos están dormidos"

<< abue, me duele>>

" te sientes espléndidamente"

<<mamà, papà>>

" esto es solo el comienzo"

<<¡¡alguien!!>>

Unas manos se apropian de las mías que se encuentran aun en mi cabeza causando que de un brinco empiece a patalear con todas mis fuerzas esperanzada de que eso sirva de algo.

<<nunca lo hizo>>

No escucho nada, solo un zumbido espantoso que me altera aun mas mis nervios mientras mis manos intentan patear a la persona que me quiere hacer daño.

En un segundo, la persona con una fuerza impresionante me agarra de mi cintura para alzarme y posesionarme en sus piernas, mientras sus manos ahora se posan en mi espalda dándome breves caricias que me descolocan al no sentir el golpe.

Una voz a lo lejos se empieza a escuchar, una que creo reconocer, provocando que abra mis ojos de imprevisto, los cuales están nublados por las lagrimas, pero aun así, me permiten ver una camisa gris, mientras mis manos, posadas en el pecho de la persona, empiezan a sentir un calor algo embriagador.

Mi BonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora