CAPÍTULO 1.

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Helena se levantó de la cama, tan ansiosa como se puede estar un martes a las 05:30 a.m. apenas tenía cinco días en su nuevo trabajo y ya había generado una considerable suma de dinero. A este paso, podría pagar su nuevo auto en medio año.

-Uff... es hora del ejercicio-se dijo a si misma con tanta determinación que se asusto-Necesito deshacerme de la grasa navideña.

Sus pies descalzos tocaron el frío piso de su habitación. Necesitaba una alfombra o unos calcetines muy grueso, o pantunfluas, o cualquier cosa que mantuviera regulada su temperatura corporal.

Cambió su pijama de lana con estampado de Batman que le había quitado a su hermano Noah. Incluso siento menor que ella, había crecido tanto durante el verano que fue necesario comprarle todo un nuevo guardarropa. Después de colocarse la ropa térmica para ejercicio que acababa de conseguir con las jugosas propinas que los distinguidos clientes de Wells' ofrecían, se dispuso a bajar las escaleras del departamento donde vivían ella y su familia.

Su hermana Avery aun dormía en la litera superior cuando ella salió de casa, después de beber una malteada de fresa.

Sies kilómetros corriendo, tres más trotando, y otro de caminata. Ciento cincuenta abdominales, doscientas sentadillas, ochenta flexiones de brazo. Era toda una entusiasta del deporte. Se detuvo antes de comenzar a hacer los saltos de gimnasia porque se dio cuenta de que el sol comenzaba a salir timidamente por sobre los edificios de la ciudad.

Respiró profundamente, admirando la belleza de la naturaleza que hay en el Central Park. El pulmón de New York, sin duda alguna, es su lugar favorito.

Su tono de llamada Cyanide, de Metallica, perturbó la abrumadora calma que siempre había a esa hora de la mañana.

-¿Uhmmm, hola...?-preguntó después de aceptar-Ah, eres tú. ¿Qué sucede, Noah?

-Vuelve a casa rápido, hermana. Es hora del desayuno y mamá está como loca.-le pidió el chico en tono autoritario-Dice que te tienen una especie de sorpresa o algo.

-Okay, okay. Dile a mamá que estoy en camino-dijo ella resoplando, aun no regulaba su respiración-Ya estoy por salir. Adiós.

Colgó la llamada, dejando a su hermano menor con un insulto en la boca. Decidió correr de regreso, eso compensaría lo que le faltaba en su rutina de ejercicio.

Atravesó muchas calles hasta llegar a su vecindario. No estaba tan mal, la gente era agradable y las calles tampoco se veían tan abarrotadas como en los principales puntos de la ciudad. Ella detestaba que hubiera tanta gente en un solo punto.

-Buenos días, señor Johnson-dijo a su vecino al entrar en la recepción del edificio-¿Necesita ayuda con los chicos?

-Buenos días, Helena-respondió el hombre de vuelta-Si, ¿podrías verlos un rato en la tarde?

-Claro que sí.

Continuó su camino hacia el tercer piso, donde se encontraba su departamento. Llamó a la puerta y Avery no tardó en abrirle, halándola del brazo para que se apresurara.

-Tenemos un problema, hermana-se adelantó Noah desde una silla en el fondo-¡Mamá se ha vuelto loca!

-Deja de chillar, tonto-gruñó la chica menor-¡Esto no habría pasado si no fueras tan imprudente!

-¿Qué es imprundente?-preguntó el pequeño Simon-¿Y por qué mamá actúa tan extraño?

-Si, Noah... ¿por qué será?

-Uff, ni idea, hermana-respondió él nervioso-Preguntémosle a Helena.

-¡SILENCIO TODOS!-estalló la mayor de repente-Bien, ahora: Avery, lleva a Simon por un helado, yo invito-dijo ella a su hermana, tendiéndole un par de billetes- y tú...-señaló al mayor-tenemos que hablar. ¿Me has entendido?

THE DIAMONDS' GARDENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora