CAPÍTULO 5.

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Leo y Helena eran dos personas tan similares en algunos aspectos, sobre todo en cuanto a defectos se trata. Pero también eran muy distintos el uno del otro, y ninguno podía decir qué situación odiban más.

De lo único que estaban seguros era de que no podían coexistir en paz, y tarde o temprano alguno cedería.

-Jóvenes, no toleraré discusiones en mis horas de entrenamiento-advirtió una alterada profesora Valentine-y te puedes despedir de tu puesto en el club de danza si su absurda disputa continúa, Helena.

-No se preocupe, profesora-respondió la joven al instante-yo no estoy dispuesta a dar pie a otra estupidez

A Leonardo le ardía la sangre. No le hacia ninguna gracia que una tonta chica de cabello incendiado le veniera a llamar "estupidez", mucho menos siendo una pobretona como Helena.

-Me retiro de aquí en este momento, profesora-continuó Folch entonces-su club ha perdido repentinamente la clase. Hasta luego.

-¿Vas a dejar las cosas así, Leo?-lo alcanzó Juliette antes de salir de la sala-Ella se merece algo más por ser tan insolente.

-Tranquila, Julie. Déjamelo a mí-le guiñó el ojo antes de desviar su mirada hacia su nuevo objetivo-ella va a aprender pronto su lección.

-¿No estás hablando de...-comenzó a decir, pero se interrumpió a si misma-Eso es demasiado, ¡es su primer día!

-Por ello tengo que hacerlo-espetó el chico con fiereza-para demostrar mi dominio sobre ellos.

-¡Es una chica, hombre!-insistió la rubia-tú mismo has dicho que no tocamos mujeres y niños.

-Las reglas están hechas para romperse, Julie-replicó él de forma autoritaria-y si no quieres pudrirte junto a ella...-señaló a Helena con un movimiento de cabeza-te recomiendo que no intervengas en esto.

Él se marchó con aire decidido, dejando a la pobre Julie atónita. A pesar de que sabía que las intenciones de su mejor amigo no era buenas, ella no se atrevía a enfrentarlo. Lo único que podía hacer era, como él mismo le había dicho segundos atrás, no intervenir en el asunto; y eso haría.

...

Después de una larga jornada de clases matutinas, por fin llegó la tan ansiada hora del almuerzo. Pero mientras el resto de los alumnos corría a por una buena mesa y cotilleaba acerca de sus últimas compras, Helena caminaba en silencio sin grandes ánimos.

-¿Qué rayos es éste lugar?-exclamó para sí, quedamente-Ninguna cafetería escolar se ve así.

-Parece un restaurant, ¿no?-Chloé Song acababa de aparecer junto a ella-Me encanta esta escuela, no es como las de mi país.

-¿De dónde eres, Chloé?-preguntó ella a la recién llegada-Pareces...

-¿China? ¿Japonesa?

-Iba a decir Coreana.

Ella le sonrió de nuevo, justo como lo había hecho en la mañana. Era una sonrisa cálida y amigable que incitaba a todos a hablar con ella, porque a parte de ser bonita, era muy simpática y carismática.

-Eres la primera que ha acertado-le dijo ella, aún sonriente-¿Cómo lo has sabido?

-Bueno, tu apellido es Song-explicó la pelirroja-lo que claramente indica que, o eres china, o eres corena.

-Interesante...

-Pero al ver tus rasgos faciales-continuó ella-puedo decir que no eres de china.

-Y así supiste que soy coreana-afirmó la otra, asintiendo-¡Impresionante deducción, Sherlock!

-Muchas gracias, Chloé.-le sonrió de vuelta-En fin, me tengo que ir a buscar una mesa.

THE DIAMONDS' GARDENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora