Leo y Helena eran dos personas tan similares en algunos aspectos, sobre todo en cuanto a defectos se trata. Pero también eran muy distintos el uno del otro, y ninguno podía decir qué situación odiban más.
De lo único que estaban seguros era de que no podían coexistir en paz, y tarde o temprano alguno cedería.
-Jóvenes, no toleraré discusiones en mis horas de entrenamiento-advirtió una alterada profesora Valentine-y te puedes despedir de tu puesto en el club de danza si su absurda disputa continúa, Helena.
-No se preocupe, profesora-respondió la joven al instante-yo no estoy dispuesta a dar pie a otra estupidez
A Leonardo le ardía la sangre. No le hacia ninguna gracia que una tonta chica de cabello incendiado le veniera a llamar "estupidez", mucho menos siendo una pobretona como Helena.
-Me retiro de aquí en este momento, profesora-continuó Folch entonces-su club ha perdido repentinamente la clase. Hasta luego.
-¿Vas a dejar las cosas así, Leo?-lo alcanzó Juliette antes de salir de la sala-Ella se merece algo más por ser tan insolente.
-Tranquila, Julie. Déjamelo a mí-le guiñó el ojo antes de desviar su mirada hacia su nuevo objetivo-ella va a aprender pronto su lección.
-¿No estás hablando de...-comenzó a decir, pero se interrumpió a si misma-Eso es demasiado, ¡es su primer día!
-Por ello tengo que hacerlo-espetó el chico con fiereza-para demostrar mi dominio sobre ellos.
-¡Es una chica, hombre!-insistió la rubia-tú mismo has dicho que no tocamos mujeres y niños.
-Las reglas están hechas para romperse, Julie-replicó él de forma autoritaria-y si no quieres pudrirte junto a ella...-señaló a Helena con un movimiento de cabeza-te recomiendo que no intervengas en esto.
Él se marchó con aire decidido, dejando a la pobre Julie atónita. A pesar de que sabía que las intenciones de su mejor amigo no era buenas, ella no se atrevía a enfrentarlo. Lo único que podía hacer era, como él mismo le había dicho segundos atrás, no intervenir en el asunto; y eso haría.
...
Después de una larga jornada de clases matutinas, por fin llegó la tan ansiada hora del almuerzo. Pero mientras el resto de los alumnos corría a por una buena mesa y cotilleaba acerca de sus últimas compras, Helena caminaba en silencio sin grandes ánimos.
-¿Qué rayos es éste lugar?-exclamó para sí, quedamente-Ninguna cafetería escolar se ve así.
-Parece un restaurant, ¿no?-Chloé Song acababa de aparecer junto a ella-Me encanta esta escuela, no es como las de mi país.
-¿De dónde eres, Chloé?-preguntó ella a la recién llegada-Pareces...
-¿China? ¿Japonesa?
-Iba a decir Coreana.
Ella le sonrió de nuevo, justo como lo había hecho en la mañana. Era una sonrisa cálida y amigable que incitaba a todos a hablar con ella, porque a parte de ser bonita, era muy simpática y carismática.
-Eres la primera que ha acertado-le dijo ella, aún sonriente-¿Cómo lo has sabido?
-Bueno, tu apellido es Song-explicó la pelirroja-lo que claramente indica que, o eres china, o eres corena.
-Interesante...
-Pero al ver tus rasgos faciales-continuó ella-puedo decir que no eres de china.
-Y así supiste que soy coreana-afirmó la otra, asintiendo-¡Impresionante deducción, Sherlock!
-Muchas gracias, Chloé.-le sonrió de vuelta-En fin, me tengo que ir a buscar una mesa.
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THE DIAMONDS' GARDEN
RomanceHelena Clark es una joven estudiante de diecisiete años que ha tenido más trabajos de medio tiempo que novios en toda su vida. Siempre ha luchado por ayudar a sus jóvenes padres, y junto a sus hermanos menores, Noah, Avery y Simon, han salido adelan...