Masaje

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Bulma sabía que siendo directa no conseguiría que el Saiyajin se relajara y se cuidara, tenía que engañarlo. Vegeta era un hombre inteligente, así que pensó que quizá era hora de utilizar sus atributos femeninos para engatusar y que hiciera lo que ella quería, un poco como Yamcha. No. En cuanto hizo esa comparación supo que eso no funcionaría. Si había dos hombres más distintos en la faz de la tierra esos eran Vegeta y Yamcha. Aún se le fruncía el ceño al pensar en como el primer instinto de Yamcha había sido huir de la pelea, mientras que Vegeta, al que no le importaba la Tierra estaba dispuesto a luchar. Es cierto que era por sus propios motivos egoístas, pero al menos no había quedado como cobarde. No, para Vegeta pelear era demasiado importante, y para eso debía entrenar, ni siquiera su espectacular belleza lograría apartarlo de la máquina de gravedad. Si quería vencer a Vegeta iba a tener que utilizar su órgano más dotado, su cerebro. Algo le rondaba la mente, pero para ello necesitaba la ayuda de alguien.

- ¿Entonces crees que se puede hacer? .- le preguntó a su padre que andaba reparando el último dron que Vegeta se había cargado. Ella se encontraba sentada en el suelo, jugando con el gato negro de la familia.

- Pero hija... ¿no crees que va a enfadarse? .- dijo su padre sin gustarle mucho la idea que había tenido su benjamina.

- No me importa, si no hacemos algo va a acabar muriendo.

- Ya... pero si se enfada... hija, me gusta mucho nuestra casa.

- No te preocupes papá.- dijo Bulma restándole importancia. Es cierto que Vegeta se pasaba el rato amenazando con matar esto o aquello, o con destruir todo a su paso, pero estaba seguro que solo era de boquilla.- Si se enfada, será conmigo, a ti te debe mucho, y Vegeta tiene ese tipo de honor

- ¿Cómo estás tan segura?.- le preguntó el Doctor Brief que por primera vez había dejado de trabajar para mirar a su hija.- Además, que tu seas el objeto de su enfado tampoco me tranquiliza mucho.

- Llámalo mi sentido Vegetil.- dijo Bulma riendo, aunque a su padre no le hizo gracia, pues seguía mirándola serio. Se levantó con el gato en brazos para acercarse a su padre.- Confía en mí. Esto saldrá bien, conseguiremos que Vegeta termine su recuperación, salvará a la tierra y todos contentos.- le prometió mientras le ponía a su preciado gatito en el hombro como solía estar de costumbre.- ¿Y bien, se puede hacer?

- Si.- le contestó su padre tras un largo suspiro.- Se puede hacer.

El dolor era insoportable, pero no podía parar. Por su orgullo de Saiyajin que seguiría hasta ser más fuerte que Goku. Vencería a esos androides él solo, y después derrotaría a Goku de una vez por todas. Volvió a ajustarse la venda del brazo, con el sudor, no hacían más que desatarse, esta vez apretó tan fuerte que no pudo evitar soltar un alarido y una impertinencia. Se alegraba de estar en esa máquina encerrado y entrenar solo, así nadie podía verle en esos momentos de debilidad. Se acercó al panel de control para lanzar los drones y practicar el combate aéreo con ellos, sin embargo su mano se quedó congelada antes de darle al botón y un escalofrío recorrió todo su cuerpo. La última vez que había luchado con esos bichos la máquina había explotado y casi muere. Flexionó los dedos delante del panel, y dejó caer la mano junto a su costado en un puño. Lo peor de quedar inconsciente fueron las pesadillas, quizá por eso llevaba tanto tiempo sin dormir desde el accidente, tenía miedo de volver a esa oscuridad. ¡Un momento! ¿Miedo? Él era el Príncipe Vegeta, el heredero de una larga estirpe de guerreros, él no conocía el miedo.

- ¡Vegeta!

- ¡Ah!.- gritó Vegeta dando un respingo por haberse asustado. Quizá sí que era de sentir al menos temor.- ¿Qué quieres mujer? ¿Acaso no te dije que no me molestaras?

- Si, se muy bien lo que dijimos. Yo te dije que no quería morir, pero tampoco quiero tu muerte en mi conciencia, así que esta noche más te vale ir a tu cuarto a dormir o si no

Misterio de Amor - VegetaxBulmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora