Normas

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Bulma se desplomó sobre su cama exhausta, pero satisfecha. Su piel brillaba bajo una capa de sudor por el esfuerzo, y aún podía sentir el semen de su amante corriendo por sus muslos, pero estaba demasiado agotada como para moverse. El sexo con Vegeta era así, placentero, pero muy extenuante, y siempre la dejaba con pocas ganas de moverse para limpiarse. Vegeta le había sorprendido en estos tres meses, para darle vergüenza la mitad de las cosas que hacían, se le daban muy bien. Y contra todo pronóstico había resultado ser un amante muy generoso, siempre procuraba que ella alcanzara el orgasmo y disfrutara tanto como él.

Ahora le daba la espalda, como llevaba dándole todos estos meses. Una vez terminaban, él se sentaba sobre el borde de la cama, recuperaba el control y el aliento en un santiamén, se vestía y se marchaba a su habitación. Aunque Bulma no lo veía, sabía cómo se encontraba. Sus hombros se movían de arriba a abajo, intentando respirar con normalidad. Sus manos callosas se encontraban sobre sus rodillas, y su mirada... perdida en el infinito. Seguramente preguntándose si esta debía ser la última vez que visitara la habitación de Bulma. Mientras ella miraba su espalda delineada con alguna cicatriz de alguna batalla lejana, recordaba el día que sellaron su acuerdo y los términos de este. Se encontraban justo como ahora, extenuados por la reciente actividad. Con la diferencia, que él se sentó sobre la cama para tenerle en frente, y así decir "sus normas".

- Creo que lo ideal, es que venga a tu habitación cada noche.- dictaminó Vegeta muy seguro de que Bulma aceptaría todo sin rechistar.

- No todas las noches.- puntualizó Bulma

- ¿Por qué no?.- preguntó Vegeta algo confundido. Estaba seguro de que ella disfrutaba tanto como él de estos encuentros. Se aseguraba de que así lo fuera.

- Hay ciertos días al mes que no podremos.- insistió la mujer de pelo azul

- ¿Por qué no?.- se repitió Vegeta. La humana lo desconcertaba

- Es algo que les pasa a las mujeres humanas. Una vez al mes, durante un par de días, digamos que no estamos disponibles al 100% para el sexo. Y antes de que me preguntes por qué no.- que ya veía venir al Príncipe.- te diré que es algo biológico, y que si te lo digo, no te va a gustar

- Pruébame.- le contestó Vegeta todo orgulloso. Él no le temía a nada, y mucho menos a una mujer terrestre, aunque a veces lo pareciera.

- Esta bien, pero no digas que no te lo advertí.- le comentó Bulma apoyándose sobre el cabecero de su cama. Jamás pensó que tendría una charla de biología femenina con Vegeta.- Digamos que hay cierto momento al mes, que el cuerpo de la mujer se prepara para poder quedarse embarazada. Cuando eso no pasa, los siguientes días se deshace de esa posibilidad sangrando por su vagina

- ¡POR DIOS MUJER!

- Te dije que te daría asco

- No, no es eso.- comentó Vegeta negando con la cabeza.- ¿Pero estáis bien? ¿Es algún tipo de malfuncionamiento de vuestro cuerpo inferior?.- ante aquellas preguntas Bulma se echó a reír

- A ver, el sangrar no duele, no es como una herida abierta.- lo tranquilizó.- Y no es un fallo, es simplemente cómo funciona nuestro cuerpo. A veces es molesto por los síntomas, como el dolor de vientre o de cabeza. Pero es más incómodo que otra cosa. ¿Las mujeres saiyajin no tenían la regla?

- ¿Se llama así? ¿Cómo quieres que lo sepa?.- le preguntó indignado.- Tenía seis años cuando todas murieron.

- ¿Y cómo se reproducía tu raza?

- Con el apareamiento, pero eso no implica que sepa con tanto detalle sobre la biología de la mujer saiyajin.- comentó Vegeta algo incómodo.

- Con el "apareamiento".- se burló Bulma de la forma de hablar del Príncipe.- Con sexo como el que acabamos de tener.

Misterio de Amor - VegetaxBulmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora