Gossip Girls

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Tras lo que ellos se referían como "el incidente", Vegeta y Bulma mantuvieron las distancias entre ellos. Vegeta ya no le pedía volver a entrenar a la máquina de gravedad, y Bulma había dejado de insistir en la recuperación del Saiyajin. Él se limitaba a hacer ejercicio al lado de la máquina, mientras que ella intentaba estar lo más opuesto de él en la casa. Incluso Vegeta había pedido al padre de Bulma ser subido de estatus en su casa y habitar en una habitación con ducha propia, eso evitaría problemas en el futuro. Bulma se justificaba diciendo que había sido el calor del momento, algo pasajero que nunca avanzaría más allá de una simple fantasía. Vegeta acusaba a Bulma de brujería, se repetía a sí mismo que ella lo había hechizado con sus velas y aceites, por eso había caído en su tentación.

Pero la verdad era que ninguno de ellos podía dejar de pensar en lo que sus mentes les habían mostrado. Bulma decidió que lo mejor que podía hacer era hablarlo con alguien, ¿pero con quién?. No veía a Chichi como alguien a quien contarle su secreto sin después ser juzgada como si hubiese cometido un crimen, y por eso también podía descartar a sus amigos varones, tanto Krillin como Yamcha dirían que estaba loca, que debía echar a Vegeta de su casa antes de que sucediera nada, mientras que Goku... no creía que Goku entendiese ni lo que es el deseo, ¿cómo ha llegado a engendrar a Son Gohanda? Un misterio. Por lo que decidió llamar a su hermana, y reunirse con ella en una cafetería fuera de la casa. Había tenido que insistir mucho, pues Tights quería aprovechar el viaje a la capital desde la Isla de Omori para ver a su familia al completo. Bulma había tenido que esforzarse mucho para convencer a su hermana para no quedarse en la casa. Le había dicho que llevaba mucho tiempo encerrada en el laboratorio y que necesitaba salir. En realidad lo que necesitaba eran dos cosas, una, que sus padres no escuchasen de casualidad de lo que iba a contarle, y dos, que su hermana mayor no se encontrase a Vegeta. Tights estaba al tanto de todo lo que había sucedido desde la llegada del Saiyajin a la Tierra y el paso de su hermana por Namek, parte informada por sus padres, parte informada por ella misma. Esperaba que las veces que su madre se ha referido a Vegeta como "su invitado guapo y encantador" hubieran suavizado la imagen que pudiera tener su hermana de ella.

Mintió a sus padres, cosa que le sabía mal, pero si ellos querían acompañarla a quedar con Tights de nada iba a servir su plan. Lo que le recordaba que tenía que pedirle a su hermana que no dijese nada sobre el encuentro que tendrían. Iba a costarle que mintiera por ella, porque ya llegaba tarde y seguro que eso hacía empeorar el humor de Tights. Le había costado elegir qué ponerse, pues quería demostrarle a su hermana que ya no era esa niña pequeña, así que optó por un vestido morado oscuro con un pañuelo azul turquesa anudado al cuello que hacía juego con sus ojos. Hoy se había alisado el pelo, por lo que su larga melena le caía por la espalda. Caminaba a toda prisa por el jardín, calzándose unos tacones amarillos. El mantenerse encerrada en el laboratorio hacía que no tuviese idea de donde se encontraba Vegeta. Por eso dio un respingo al verle entrenar junto a la máquina de gravedad. Uno de los tacones se le escapó, y tuvo que agacharse corriendo a por él. Se puso el zapato a toda prisa, muerta de vergüenza, y decidió salir corriendo sin mirar atrás, no quería ni saber si él la había visto. Abrió la puerta del piloto de su coche verde, tiró su bolso al asiento de copiloto y se metió dentro. Arrancó aún negándose a mirar hacia donde estaba el Saiyajin y se fue de allí pisando a fondo el acelerador.

Vegeta por su parte, estaba totalmente en la fase de negación. Negaba haber hecho nada, sentido nada o pensado nada. Para distraer su mente, había roto su promesa a... alguien, y se dedicaba a hacer ejercicios junto a la máquina de gravedad. Hacía flexiones, abdominales, lanzaba patadas y puñetazos al aire. Le gustaría lanzar bolas de energía, pero sabía que podía causar destrucción y daños que no gustarían a... ¡Bueno!, ¿pero a él qué le importa?. Debería hacerlo solo por eso. Por molestar a... ¡Maldición!. Acordarse de ella le hacía evocar aquella condenada imagen y el sonido de su nombre en los labios de esa mujer. "¡Mal, Vegeta!", se regañó a sí mismo, como castigo hizo un ejercicio que sabía que le provocaría daño. Desde la explosión de la máquina aún tenía partes del cuerpo doloridas si las movía de cierta manera, así que se reservaba esos movimientos cuando su mente le jugaba malas pasadas. Si asociaba a esa mujer con dolor, quizá en algún momento deje de recordar como se la encontró en la habitación. Y por mencionarlo, se volvió a torturar físicamente.

Misterio de Amor - VegetaxBulmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora