𝟎𝟖: 𝑯𝒂𝒍𝒍𝒂𝒛𝒈𝒐

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El sábado se pintaba con brochazos grises y borrones blancos, el calor se había ido y un clima gélido abrazaba la ciudad por la mañana. Según los noticieros, habría bajas temperaturas durante tres días, con lluvias incidentales y aire frío.

Akaza estornudó mientras bajaba por los escalones y se dirigía a la cocina.

Keizo se había levantado temprano y no se encontraba en casa, tampoco le dejó nota alguna en donde especificara su paradero, pero no le preocupaba, él a veces solía desaparecer.

Tomó una caja de cereal y sirvió las hojuelas en un tazón. La soledad de la casa era abrumadora; no lo notaba a menudo porque el padre de Koyuki siempre hacía ruido, pero ahora, el silencio era su única compañía y cabía decir que no era de su agrado.

Hoy sentía la cabeza aturdida; por supuesto que lo atribuía al encuentro de ayer en la competencia, pero sinceramente no podía lidiar con la sensación, era como seguir dormido, como si esto que estaba viviendo siguiera siendo parte de un sueño. Podría volverse loco si continuaba.

Terminó de desayunar sin muchas ganas y se fue de nuevo a su habitación. Tampoco es que el clima fuera muy bueno para salir. Se escabulló en su cama, cogió su celular y se dispuso a vagar por Facebook, Douma era un idiota, pero compartía cosas graciosas (ni siquiera sabía porque lo tenía añadido si en realidad le caía mal). Su momento de ocio acabó cuando una llamada entrante llegó a su teléfono, era del señor Keizo; Hakuji contestó de inmediato.

-¡Qué bueno que estás despierto! -habló el mayor, se escuchaba algo agitado-. Pensé que dormirías hasta medio día...

-¿Qué ocupas, viejo? -Hakuji se levantó de la cama-. Se te olvidó algo, ¿verdad?

Keizo soltó una carcajada.

-Sí... -afirmó apenado-. ¿Crees que puedas traerme una carpeta negra? Estoy un ciento quince porciento seguro de que la dejé en la mesa.

-Vale. ¿Puedes decirme en dónde estás?

-Bueno... Hay un museo de historia al frente...

Hakuji palmeó su frente.

-¡No pierdes la cabeza nada más porque la tienes pegada al cuerpo! -rezongó-. ¿Al menos puedes decirme si hay una estación de tren cerca?

-¡Primero ve a ver si la carpeta está donde te dije! -exigió el hombre-. Esto es de vida o muerte...

Hakuji solo resopló.

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─── 𝐄𝐍 𝐌𝐈𝐒 𝐒𝐔𝐄𝐍̃𝐎𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora