𝟑𝟎: 𝑼𝒏𝒂 𝒗𝒆𝒛, 𝒉𝒂𝒄𝒆 𝟏𝟕 𝒂𝒏̃𝒐𝒔

263 44 9
                                    

•────────────────────•𝗨𝗡𝗔 𝗩𝗘𝗭, 𝗘𝗡 𝗨𝗡 𝗣𝗔𝗦𝗔𝗗𝗢 𝗗𝗜𝗦𝗧𝗔𝗡𝗧𝗘

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

•────────────────────•
𝗨𝗡𝗔 𝗩𝗘𝗭, 𝗘𝗡 𝗨𝗡 𝗣𝗔𝗦𝗔𝗗𝗢 𝗗𝗜𝗦𝗧𝗔𝗡𝗧𝗘...

—¡Oh, mi bebé, mi precioso bebé!

Ruka sostiene a un pequeño Kyojuro envuelto en un cobertor amarillo. Es la mañana de un frío lunes otoñal y el fotógrafo está en casa de los Rengoku para un retrato familiar. Pero el pequeño rubio no deja de agitar sus manitas en el aire.

Es un bebé muy enérgico, ¿ah? —el fotógrafo era apenas un muchacho, de cabello negro y corto que le llegaba arriba de los hombros.

Lo siento mucho, es que se emociona cuando hay gente... —Ruka le dedica una sonrisa tímida—. Por favor no se moleste, sé que tiene más compromisos para hoy.

Para nada, fotografíar niños siempre es un reto.

—¡Aún así...!

¡Blam! un fuerte golpe se hace presente en la sala. El señor Shinjuro deja caer por accidente varios juguetes en el piso y los recoge todos con especial apuro.

—¿Cuál crees que quiera? —Shinjuro trae consigo dos peluches, uno de abejita y otro de un dinosaurio—. Es que, cuando duerme se acurruca con su abejita, pero cuando está jugando, siempre tira el dinosaurio y...

Ruka suelta una risilla alegre. Se acerca a su marido y le deja un beso en la mejilla.

Estoy segura que cualquiera de los dos le gusta.

—¡Pues sí, pero no deja de moverse! —Shinjuro suelta un gruñido y su esposa vuelve a reírse.

Finalmente la sesión concluye luego de dos horas, y cuando el fotógrafo se marcha, los Rengoku le pagan de más por soportar a un bebé tan inquieto. Afuera, las gotitas de lluvia empiezan a mojar el pavimento y las hojas de los zarzales que tienen en el jardín. Ruka abraza a Kyojuro y lo acurruca junto a su pecho, la visión que tiene la llena de ternura, pues el pequeño por fin se ha dormido y aprieta entre sus bracitos a la abejita de peluche.

—¡Dios mío! —exclama Shinjuro, como si algo malo estuviera sucediendo—. ¡Ya está lloviendo, hay que cerrar todo!

Ruka lo mira y le hace una seña para que no grite. El hombre se encoge de hombros, no sabía que su bebé ya estaba durmiendo plácidamente.

—¿Acaso no es el niño más lindo de todos? —susurra Ruka.

Claro, es nuestro hijo —Shinjuro se acomoda detrás de su mujer y la abraza por la espalda. Su barbilla queda apoyada en el hombro de su esposa—. Es igual de lindo que su madre.

Y tiene los ojos de su padre —Ruka se gira unos centímetros para sostenerle la mirada a su esposo—. Son los ojos más bonitos que he visto, Shinjuro, son..., como el fuego...

El señor Rengoku guarda silencio por unos segundos, luego, le roba un beso en los labios a su mujer.

Vuelve a decirme eso y te hago otro hijo aquí mismo.

Ruka se sonroja hasta las orejas.

—¡No digas eso enfrente de Kyojuro! —ella deja al pequeño dormilón en el cunero, uno de color rojo con franjas negras que descansa en el centro de la sala, y después pellizca la nariz del señor Rengoku—. Indecente...

—¡Oh, vamos! —Shinjuro atrapa a Ruka entre sus brazos, no la deja escapar aún cuando ella hace el intento—. Admite que te encantaría —dice él, y le besa de nuevo en la boca.

Tal vez, tal vez... —Ruka se ríe de forma maliciosa y muerde en el cuello a su señor esposo.

—¡Eres una...! —Shinjuro la sostiene de la cintura y la acerca hacía sí mismo. El cuerpo de su mujer queda inevitablemente acorralado y el abusa de la cercanía para robarle otro beso. Y otro más en su hombro, y unos cuántos más en todo su rostro.

De repente, Ruka se separa abruptamente. En sus ojos, aparece un miedo irracional que ni siquiera ella logra reconocer.

Mi... mi corazón... —gime ella, y pone su mano encima de su pecho, como si pudiera quitarse el dolor con eso—,... n-no puedo.... Shinjuro, no puedo respirar...

No, no de nuevo... —el señor Rengoku la deposita en el sillón y se sienta con ella, preocupado, toma su celular y llama de emergencia a una ambulancia.
Pero es demasiado tarde, Ruka se desmaya entre sus brazos y no reacciona. Shinjuro siente que la sangre se le congela, que su alma abandona su cuerpo; hace de todo por reanimar a su esposa.

Por favor, por favor despierta, por favor... no puedes hacerme esto, todavía no, no te puedes ir...

El pequeño Kyojuro comienza a llorar desde su cunero.

─── 𝐄𝐍 𝐌𝐈𝐒 𝐒𝐔𝐄𝐍̃𝐎𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora