𝟏𝟎: 𝑰𝒏𝒕𝒆𝒓𝒓𝒐𝒈𝒂𝒏𝒕𝒆 (𝒑𝒓𝒊𝒎𝒆𝒓𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆)

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No supo cómo llegó hasta allí. No tenía nada en su cabeza que pudiera decirle cómo fue que apareció de la nada en este lugar, salvo una pesada marea, tan oscura como la noche, que probablemente lo había arrastrado hasta dejarlo ahí. Sin embargo, lo que sí podía reconocer era su alrededor; un prado grande, pasto verde a sus pies y una inmensa sombra de árboles a sus espaldas que parecían fusionarse con el horizonte.

Kyojuro cayó en la cuenta de que estaba dentro de sus sueños. Consciente.

No era su usual pesadilla, en esos sueños no podía controlar sus acciones, pero ahora, si él quería moverse, lo hacía; si deseaba girar y ver al cielo, también podía hacerlo. El joven respiró profundamente, no había fuego ni el mismo tren volcado de siempre. Nada, más que ese enorme prado.

Su oído alcanzó a distinguir el crujir de la hierba bajo unas pisadas que no eran las suyas. Venían desde sus espaldas, tal vez desde el bosque.

-¡No puede ser!... -dijeron con sorpresa.

Rengoku se volvió hacia atrás.

-¡¿Akaza?! -Kyojuro frunció el ceño. Por muy desconcertante que fuera, encaminó sus pies hasta la silueta del demonio-. ¡También estás aquí!

-¿Por qué traes esa ropa? -Interrumpió Akaza, que lo miraba casi burlándose.

Rengoku se vio a sí mismo. ¿Por qué no lo había hecho antes? Los ropajes que ahora vestía eran inusuales. Una capa blanca ondeaba en su espalda, sumando un peculiar uniforme negro de dos piezas y un calzado que jamás había visto en su vida. Pero aquello no fue lo único que lo hizo sobrecogerse del asombro, también tenía ceñida a su cintura una vaina con el mango de una espada.

Aunque no era solo él.

-¿De qué hablas? Deberías verte tú también -espetó el rubio señalando a su contrario-. ¡Tu cara parece pelota de básquetbol!

Akaza al principio se carcajeó, pero después de notar que el otro chico seguía con el mismo semblante de espanto, decidió echarse un vistazo. Desgraciadamente no podía verse el rostro, pero él también vestía prendas rarísimas.

-¿Qué es...? -Akaza se pellizcó los brazos-. ¿Estas cosas son tatuajes? -dijo en voz alta, impresionado con unas marcas negras en sus muñecas.

Kyojuro miró a todas partes. No parecía haber nadie más en ese prado, solo ellos dos.

-¿Cómo llegaste aquí?

─── 𝐄𝐍 𝐌𝐈𝐒 𝐒𝐔𝐄𝐍̃𝐎𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora