Capítulo 8

1.1K 81 5
                                    

VII.

Renuncia.

Terminó de pagarle al pulpo las tres tazas de té que había tomado anoche con su par de amigos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Terminó de pagarle al pulpo las tres tazas de té que había tomado anoche con su par de amigos. Y aunque el ex-halcón le dijese que no era necesario, ya que prefería que los estudiantes internos ahorraran su dinero, insistió en que debía pagarle.

Cuando iba de vuelta al salón sintió su teléfono comenzar a vibrar indicando una llamada entrante.

Felipe

Indicaba la pantalla. No vaciló demasiado en responder, por lo que colocó su móvil en su oreja derecha y siguió su camino hacía el salón.

Si diga.

¿Sabes qué tienen en común Gabo y vos? Que cuando algo pasa, prefieren no decir nada para no preocupar a nadie.

Si bueno, yo me encuentro perfecta; mi hermano ya es otro tema, Felipe.

Si perfecta para vos es cuando hace un día sufriste un ataque de ansiedad, quisiera saber qué es estar mal. ­— lo escuchó suspirar a través de la línea — ¿Querés hablar de eso, Sof?

No, gracias. — contestó y dobló por el pasillo hacia las aulas. — Pero estoy segura que para preocuparte por mí no llamas, así que dime qué sucede.

Yo me preocupo siempre por ti, Moretti. Si soy más hermano tuyo que Gabo.

Rió ­— Que él no te escuche, Aragón... Ahora dime para qué llamas.

Tu abuela va para allá.

— ¿Qué?

Se encontraba en la puerta del salón cuando hizo la exclamación, haciendo que las cuatro personas dentro de este la miraran asustados. Miró con extrañeza al arquero antes de devolver su atención a lo que el 9 de Álamo Seco le decía.

— ¿Qué esperabas? Si sus dos nietos favoritos estuvieron ayer en el hospital.

Ja-ja. ¿Cuándo salió? — Le hizo una seña a los presentes para que esperaran a que terminara la llamada.

Iba a ir ayer, pero la estación de buses había cerrado temprano. — Explicó. — Salió esta mañana y me dejó a cargo de la panadería. Debe llegar en un par de horas.

Hizo un sonido de afirmación. — Va, Feli. Te tengo que dejar, haceme el favor de no acabar con la panadería.

Lo escuchó reír. — No prometo nada. Te llamo más tarde para que me cuentes qué sabes de Gabo, él sí no ha querido responderme las llamadas. — rió. — Te quiero, Sof.

Football Sister || O11CEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora