Capítulo 2

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De camino al instituto mi padre mantenía la mirada fija en el camino, sin decir una sola palabra, lo unico que evitaba que durmiera nuevamente eran los sonidos de los autos al pasar. Pensé en encender la radio, pero mi padre la apagaría rápidamente ya que odia la música actual, lo de él es la música clásica y la música instrumental.

-No puedo creerlo. – dijo mi padre mientras paraba ante el semáforo rojo – los jovenes de hoy en día no tienen ningún tipo de vergüenza.

Seguí su mirada hacia el otro lado de la calle, miraba a un par de chicos que por su apariencia creo que son universitarios, que estaban montados dentro de un descapotable color plata. La música que escuchaban resonaba por toda la calle mientras que ellos la cantaban a todo pulmón, se miraban bastante animado y nos les importaba para nada lo que las demas personas opinaran sobre ellos, eso era más que evidente.

-Yo no creo que sea tan malo, digo, solo se están divirtiendo antes de comenzar la vida adulta y estar todo el tiempo dentro de un cubículo gris utilizando un computador. – dije con la mirada baja mientras mi padre me miraba con una seriedad que no era muy buena. El semáforo cambio a verde e inmediatamente mi padre aparco el auto en la siguiente calle, sabía que no debía abrir mi bocota.

-Mira Isabella, te hemos criado con la mejor educación y has crecido en una familia excelente con una reputación que en su tiempo corrió peligro, pero logramos recuperarla, todo esto para que tu futuro sea próspero y exitoso. Crees que esos chicos obtendrán un puesto de excelencia en una gran empresa o por lo menos tendrán un salario óptimo para sostener a su futura familia. – dijo con tono serio mientras se quitaba sus anteojos. – Sé que para los demas esto se ve extremadamente controlador, pero tú sabes muy bien nuestras razones y sabes que esto te ayudara en un futuro, el cual está a la vuelta de la esquina.

Aunque me costara aceptarlo mi padre tenía razón y aunque tuviera mis dudas ante su lógica no era capaz de contradecirlo.

-Lo siento padre, tienes razón, pensare mejor mis palabras. – dije apenada. Mi padre volvió a ponerse los anteojos y continuo nuestro trayecto en un silencio un poco incómodo. Tras unos minutos llegamos al instituto y mi padre aparco a una distancia considerable de la entrada.

-Llegamos.

-Gracias por traerme padre, regresare a las 3:00 p.m., tal vez el profesor Ernesto no asista a causa de su lesión por lo que procurare llegar temprano.

-Está bien, recuerda que a las 7 tenemos la cena con los Conors y tenemos que causar una buena impresión.

-Está bien padre, nos vemos en casa.

-Adios, cuídate.

Baje del auto y tome una bocanada grande de aire y comencé a encaminarme hacia la entrada del instituto donde ya me esperaban mis mejores amigas, mis alocadas e incoherentes amigas.

-Eh Bella apresúrate que no tenemos todo el dia. – Me grito desde la entrada Tamara.

-Técnicamente si lo tenemos ya que las primeras cuatro clases no las tendremos por el examen de admisión para los de secundaria. –Dijo Elena, como siempre haciendo enojar a nuestra querida Tam.

-Sabes que lo digo con sarcasmo o es necesario que te lo presente Elena porque por mí no hay ningún problema.

-A veces llegas a ser un dolor en el trasero Tamara.-Todos reían ante el comentario de Elena.

-Para eso naci querida, solo para ser tu dolor de trasero personal.

-Eso no solo muy lindo, pero vale, lo que tú digas Tam.

-Bueno, cambiando a temas más agradables, ¿Qué harán hoy por la noche? – cuando Tamara hacia esta pregunta siempre significaba peligro, recuerdo la vez en que Elena dijo que sus padres no estarían en casa y Tam organizo tremenda fiesta que fue recordada como la mejor fiesta organizada por un nuevo en la historia de la escuela, claro está que despues de todo este lio los padres de Elena no la volvieron a dejar sin vigilancia nunca más, todo por la culpa de Tam.

El Verano de Nuestras VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora