Raro/Normal.

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Katsuki miro su cuerpo, suspiro al ver cómo su cintura parecía que día con día se iba haciendo más pequeña. Recorrió con las palmas de sus manos (suaves siempre suaves) sus músculos, a pesar de que apretaba los músculos de su pecho y estómago siempre recordaba algo.

Los músculos son masa, y como todo músculo en el cuerpo son suaves cuando estás relajado, solo cuando trabajas en ellos o te tensas es que están duros. Pero Katsuki estaba seguro de que sus pectorales eran demasiado suaves para ser normal.

Suaves, siempre suaves y delicados músculos, perfectos para una madre y un pequeño Omega.

Todo lo que el no debía ser.

Odiaba sonreír, por qué cada vez que lo hacía su rostro era más similar al de la bruja, sus ojos iguales a los de ella, su cabello, su físico similar, todo le recordaba a la bruja.

— Me cago en tus genes anciana— Murmuró mientras miraba con una cara neutra su rostro.

No tenía nada que le recordara a su padre, todo en el gritaba Mitsuki, como si solo lo hubiera creado sin su padre teniendo nada de contribución.

Hasta el sub género heredó de esa mujer.

—!Mocoso baja a comer¡— El gritó de su madre se escuchó estaba seguro por toda la colonia.

—Tsk.

Bajo las escaleras como con pasos pesados, dejando en claro su molestia oliendo no solo la comida que muy de seguro preparo en su mayoría su viejo pero también el fuerte aroma a canela de su madre.

Su padre movia nervioso la pierna de arriba hacia abajo, mientras mordía sus uñas, su madre estaba en la cocina quejándose tan fuerte que podía escuchar todo.

— ¿Ya terminaste de quejarte? Tengo suficiente con mis quejas como para añadir las tuyas.— Su madre solo lo miró con sus ojos aún más rojos de lo normal, pero entre ellos pequeñas gotas doradas aparecieron— Mierda.

Su madre gruño — Si mierda, mi Omega interno está inquieto y necesito hacer un viaje de negocios con tu padre.

El Omega de su madre siempre se manifestaba, a diferencia del alfa de su padre que pocas veces salía para tomar control, Mitsuki contaba con un Omega muy fiera de lo común. Lamentablemente para Katsuki, ella durante ese tiempo solía ser más estricta, al punto de no querer dejarlo salir.

En una manera era mas maternal pues quería protegerlo de todo mal, pero al mismo tiempo era mas brusca.

— ¿Cuánto durará esa mierda? — esta vez fue su padre quien contestó.

— Aproximadamente una a dos semanas, tal vez menos si no hay contratiempos hijo.

— Siéntate a comer mocoso— Su madre coloco su plato en la mesa.

— Tsk. No lo iba a comer parado bruja.

Se sentó de golpe, agarrando su plato e ignorando a sus padres, Masaru miraba nervioso de un lado a otro mientras Mitsuki masticaba con irá su pedazo de carne.

Si Katsuki fuera un Omega normal, Mitsuki hubiera llamado a su abuela a qué lo cuidara, o su padre hubiera acudido a su madre por igual. Pero su abuela materna estaba muerta y su abuela paterna no ponía un pie en su casa desde su madre casi le muerde la cara un día.

El Omega.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora