El Omega.

D.

Notita antes de leer: Añadí una canción que en cuanto la escuché pensé “ Esto se siente como el Bakugou que sueño” si quieren escuchar antes de leer, durante o después, les agradecería mucho.
B❤️

El otro día me encontré con el diario de un investigador. Hablaba mucho sobre los Tanat, sobre como había convivido con ellos, sus experiencias.

Este libro tenía otras historias que el había recolectado de otras personas.

Y sonreí con amargura al ver un papel tan deteriorado que no se podía leer todo.

Pero yo no soy tonta, se que ese papel fue dañado a propósito.

Después de todo ¿A qué familia le gustaría que sus secretos sean revelados? Luego una familia como lo es la Tanat.

Le pregunté a la señora Tanat actual, que decía ese escrito. Ella tomó mi mano con dulzura y dijo que no era un secreto pero que a nadie le gustaba hablar de ello.

Insistí un poco más y ella por fin cedió.

Marelyne Plitseskaya.
Casa de los Tanat.
1986.

Cuando por fin Katsuki llegó a su casa no tuvo ánimos ni de cenar, demasiado cansado para pensar en tener hambre alguna la verdad, sus padres estaban demasiado ocupados en la nueva línea de ropa como para ponerle atención.

No tenía hambre tampoco. Nunca tenía cuando llegaba a su casa. Solo le daban ganas de llegar y dormí hasta la mañana siguiente.

Aveces comería, si es que no estaban sus padres presentes. Entonces se haría algo rápido de comer, aveces rompería la regla de oro que su madre había impuesto. Iría a comer a ese restaurante donde su madre le había prohibido ir, aquel lugar donde a los dueños les encantaba la presencia de Katsuki, lugar donde estaba bien ser un Omega débil.

Lugar donde se podía permitir sonreír sin ocultar su sonrisa.

A pesar de que estaba tan cansado como para desmayarse, no pudo evitar el detener su cuerpo antes de tocar la cama. Por dos pequeñas razones, una por qué no quería destruir lo que le costó crear y la otra por qué...

Con gran cuidado abrió su mochila y saco su pequeño secreto; Una sola prenda de color blanco, sin diseños ni letras, olía a ozono y naranjas, era el aroma de Kaminari. Había aprovechado un momento de idiotez de parte del rubio quien estaba peleándose con Sero por una bolsa de papitas, el locker de Kaminari estaba abierto antes de se pudiera dar cuenta, Katsuki ya había agarrado la sudadera en un impulso,  y en su mochila estaba para cuándo Pikachu reaccionó.

Katsuki estuvo tentado a regresar la sudadera en varias ocasiones pero siempre se detuvo antes de hacerlo, la mentira sería fácil de decir pero aún así no tuvo el valor de entregarlo, su Omega lloraba cada vez que extendía la mano para entregar la sudadera aunque solo fuera en su mente, así que decidió callarse y llevarse la prenda a escondidas.

— Ahora ¿Qué hago con ésto?— Sostuvo con miedo la prenda entre sus manos, su mano izquierda temblaba levemente mientras mirada entre la prenda y su cama.

Sintió una leve sensación recorrer su cuerpo, como cuando sales de tu casa y te da la brisa fresca de la noche, mientras sentía esto a la par su lobo le hablo.